En torno a la nueva imagen alhameña de Nuestra Señora del Carmen
Hemos repetido en multitud de ocasiones que la Historia es algo de todos, ya que, en definitiva, todos venimos de ella y todos, lo queramos o no, seguimos haciéndola. Y en el caso de nuestra Alhama esto se acentúa aún más, solo con profundizar un poco en el pasado de nuestro pueblo, nos encontramos con nuestros abuelos y bisabuelos y los padres de éstos, y ello hace, como en este caso, que también, en más de una ocasión, aportemos a la recopilación de nuestro pasado común lo que sabemos así como lo que vamos recogiendo de una u otra forma, comenzando por nuestro propio alrededor, por nuestra propia familia. Así, este "Alhama, Histórica" de este mes, teniendo mucho de familiar y hasta de personal si se quiere, no es otra cosa que una parte más de nuestra historia alhameña que, en lo fundamental, ha de escribirse ya que, en definitiva, nuestra revista se ha convertido en el mejor y más eficaz testimonio de nuestro tiempo y, en variados aspectos, igualmente de nuestra Historia. Así hoy, partiendo de algún modo de un hecho familiar, en este caso y con todo orgullo y satisfacción para quien esto escribe, llegamos a la historia de lo que para muchos, por devoción, admiración o contemplación, es ya Nuestra Señora del Carmen de Alhama.
Desde mi niñez me contaron, comenzando por mi inolvidable abuela Inocencia, que Francisca Prados Calero, mi bisabuela por parte de mi citada abuela materna, la que vino al mundo allá por los últimos años de la década de los cincuenta del pasado siglo, era tan guapa como devota, y todo ello sólo comparable a su calidad de persona llena de ternura y bondad.
Mi tío Paco, Paco Maldonado Velasco, y mi también tío Manolo Castillo Velasco, éste tratado más como primo y amigo, por su edad y por su característica afabilidad con todos y, más aun, con nosotros, una vez más, cuando han vuelto a hablar de su abuela, se les ha desbordado el cariño que siempre le tuvieron y que, más de medio siglo después de su muerte, le siguen teniendo: "Era cariñosísima con toda la gente, muy buena y siempre atenta a hacer dichosos no solo a cuantos le rodeábamos, sino
a todo el que podía. Jamás nos
permitió que le llamásemos
abuela o abuelita, sólo
quería y permitía que la
llamásemos "Mamaita" y así
lo hacíamos todos sus nietos
y un que otro bisnieto que llegó a conocerla, como tu mismo hermano Felipe."
Al preguntar a ambos por su religiosidad, prácticamente al unísono me recuerdan que era tal que, desde siempre, en su casa de la calle Enciso, la del número siete, sobre cuyo dintel de la puerta figura el año de 1763, reedificada hace
unos años, tenia un oratorio propio, en el que, además de un hermoso Cristo Crucificado, se encontraba una bella imagen de Nuestra Señora del Carmen, "de la que tu bisabuela -me dicen ambos- era devotísima, hasta el punto de que cuando llegó la hora de su muerte pidió que, como es tradicional en cuantos son devotos de la Virgen del Carmen, le pusiesen los pies en el suelo, falleciendo poco después dulcemente."
Ambos, Paco Maldonado y Manolo Castillo, recuerdan aquella escena como si nuevamente se estuviese repitiendo, como sucede con esas vivencias de nuestra niñez y juventud que se nos quedan grabadas de tal forma que
Recuerda mi tío Paco igualmente el oratorio, el que ocupaba la primera habitación que había alalcanzar el primer piso de la amplia casa, adecuadamente decorado con bellas telas sus paredes y con suntuosas co11inas, con dos hornacinas artísticamente recubiertas de noble madera que se miraban entre sí, una con el Cristo Crucificado y la otra con la imagen de Nuestra Señora del Carmen.
Bella imagen que ahora, por loable decisión de quien, recibiéndola como justa herencia, es su propietario actual, Manuel Castillo Velasco, junto con sus hermanos, podremos admirar y, quienes así religiosamente lo sientan, adorar, en nuestra hermosísima Iglesia del Carmen, en el mismo altar mayor, el que, durante siglos, estuvo dedicado a esta advocación mariana, todo ello
tras la adecuada restauración que de la misma se ha llevado a cabo.
En todo esto, como en tantas otras cosas y logros transcendentales que ha conseguido para Alhama en los órdenes artístico, histórico y cultural en general durante los años que ha ejercido su ministerio aquí,
hay que destacar la entrega,
constancia y eficacia de
quien hasta ahora ha sido
cura párroco de Alhama,
Antonio Muñoz Osorio,
quien, quizás como una última
stamos seguros que serán muchas más las que hará allí donde esté en favor de este pueblo del que se ha enamorado-, ha desplegado en un sólo mes una sorprendente tarea para recibir la imagen, llevar a efecto la excelente restauración conseguida de la misma y situarla, con la mayor de las alegrías y de las emociones espirituales,junto al histórico Camarín de la Virgen del Carmen de la Iglesia alhameña de igual nombre.
Como indican mis tíos Paco y Manolo, no saben desde cuando esta imagen, ahora convertida felizmente en Nuestra Señora del Carmen de toda Alhama, se encontraba en la casa de su abuela. Ellos recuerdan que ya sus madres, hijas de la devota Francisca Prados, manifestaron en distintas ocasiones que oratorio e imágenes, la de la Virgen y la del Cristo, las vieron desde su nacimiento en la referida casa y que, por lo tanto, es
muy posible que, a su vez, estas estuviesen con la familia desde generaciones anteriores, aunque quizás no en esa misma casa, dado que esta fue adquirida por un emprendedor hermano de su abuela, Diego Prados Calero, quien hizo fortuna en Málaga como comerciante y empresario, siendo propietario a principios de siglo de la mejor tienda de muebles que existía en Málaga, ubicada en el centro de la flamante calle Larios, y quien regaló a su hermana Francisca la referida casa, en la que ésta vivió con su esposo, Juan Bautista Velasco Cabello y con sus seis hijos, Cristóbal, Inocencia, Carmen, Socorro, Ana y Manuel.
Con motivo de los lamentables sucesos que se produjeron al estallar la Gue1Ta civil, Francisca Prados y su familia, muy a pesar de todos y en especial de la primera, decidieron que el oratorio había que desmontarlo y sus imágenes guardarlas en sitio seguro, por lo que se situaron en los camarachones de las cámaras de la casa. El oratorio se convirtió en la habitación de mi tío Cristóbal, a la que en tantas ocasiones de mi niñez entré para llevarle la prensa a este, hombre de singular personalidad, preparación y generosidad, el que un día, allí mismo, hablándonos de que había que ser decididos en la vida, aunque no tanto como él lo había sido en su juventud, nos recordaba que cuando aún no había cumplido los dieciocho años, debiendo permanecer en el dormitorio que tenia en la casa de su tío Diego en Málaga, hasta el punto de que lo
dejaban encerrado, tras tantas noches de "'fiesta y flamenco", a pesar de su juventud, comenzó a utilizar el balcón para entrar y salir todas las noches hasta que fue descubierto y se le planteó la disyuntiva de cambiar o de ser "facturado" para América, un mes después estaba en Argentina. Transcurridos diez años, tras irle bien- allá, regresó y alcanzó la dirección general, convirtiéndose en el alma de la misma, de una de las más importantes empresasandaluzas de su tiempo, con proyección nacional e internacional, como era "La Veneciana", viviendo sus últimos años en Alhama y muriendo, en 1962, precisamente, en la habitación que había sido oratorio privado de su casa.
no se llevó a cabo, aunque, como me cuenta Manolo Castillo, en las cámaras si se dejaba ver parte de la imagen de la Virgen, lo que en alguna medida contentaba a mi devota bisabuela, aunque a Manolo, aún muy niño, no le agradaba mucho por la impresión que le causaba ver a la misma en posición horizontal.
Murió Francisca Prados en 1944 y, con el transcurrir del tiempo, pasó la imagen de la Virgen a la madre de Manolo, mi tía abuela Ana Velasco Prados, la que nació en los días vísperas de la festividad de Nuestra Señora del Carmen de julio de 1898, la que contrajo matrimonio, con Marino Castillo Serrano, en el mismo oratorio de su casa ante las referidas imágenes y la que también tuvo una gran devoción a esta Virgen del Carmen y, por ello, deseó tenerla siempre con ella, exponiendo esta última razón cuando en alguna ocasión le fue solicitada la imagen, indicando que cuando ella muriese "'su hijo Manolo decidiría al respecto".
Fallecida ésta hace unos años, en marzo de 1990, la imagen fue conservada por su hijo Manolo y éste, que sigue la devoción marina de su madre y de su abuela, '"compartiéndola con el Sagrado
Corazón de Jesús, que me ha vuelto a dar nueva vida", con una decisión que le vuelve a distinguir, como su misma y noble forma de ser, ha decidido de acuerdo con sus hermanos que la imagen pase a la Iglesia del Carmen, lo que todos los alhameños hemos de reconocer y agradecer muy profundamente.
Mi bisabuela no vio reconstruido su oratorio, su Virgen del Carmen permaneció guardada durante décadas y décadas, y su Cristo Crucificado pasó a presidir uno de los dormitorios de la casa, hasta que, fallecido el bueno de mi tío Manuel Velasco Prados, en marzo de 1968, se decidió que el Cristo Crucificado se depositase en el Convento de
San Diego,
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hermosas coincidencias de la vida y de los sen ti mi en tos espirituales, ahora vuelve a estar junto la imagen de Nuestra Señora del Carmen de la
que, durante tantas
décadas, en el oratorio y casa de Francisca Prados Calero, fue inseparable.
El Cristo, como también puede observarse, es una sencilla pero buena talla. Personalmente, en el orden afectivo, le tengo una gran estima, ya que presidía el dormitorio en el que, en los años de nuestra niñez y juventud, solíamos dormir mi hermano Félix Luis y yo cuando nos íbamos a casa de nuestro tío Manuel Velasco Prados. Imagen que, cuando teníamos pocos años, nos intimidaba un poco por su tamaño y realismo pero que, después, nos familiarizamos plenamente con ella.
Llegué a familiarizarme de tal forma con este Cristo Crucificado
que hasta un día, sin permiso de nadie, ya que mi tío Manuel Velasco, en aquellos días de la Semana Santa de 1964, se encontraba en mi casa de Granada, lo bajé de donde se encontraba con la ayuda de unos amigos y nos lo llevamos para que presidiese la misa que se celebró en la Plaza de la Constitución con ocasión de la clausurade la Cruzaba de la Bondad que, para niños y jóvenes, se había desarrollado en Alhama y de la que yo era secretario dentro del denominado Movimiento Fac.
No dudo que mi bisabuela me hubiese perdonado éste atrevimiento, en primer lugar por su bondad y tolerancia, e
igualmente porque el fin era bueno y la imagen retorno a su lugar sin problema alguno, eso sí, sin que se enterase nadie de la familia o, al menos así lo he creído yo siempre.
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"R ecu erdos marianos o Alhama y su Madre" el sacerdote Federico Antonio Sánchez de Gálvez, publicado por la Academia Bibliográfico Marina de Lérida, en Septiembre de 1 864, cuando ella tendría seis años y, precisamente, escrito por quien hubo de ser durante muchos años su párroco. El referido sacerdote, que fue párroco de Alhama durante bastantes años, fue nombrado cura propio de la ciudad "por S.M. la Reyna (Q.D.G.)" en enero de 1859, cuando Francisca Prados tenía un año.
Si no leyó el referido libro, sí estoy seguro que mi padre le relataría algo del mismo y, más exactamente, sobre todo, le reiteraría la leyenda de la Virgen del Carmen, ya que años antes de morir mi bisabuela, mi padre
recogía en sus "Anales de Alhama", unas breves notas, entre otras varias de distintas fuentes y autores, del referido libro sobre la Virgen del Carmen, que, en lo referente a la leyenda de esta advocación mariana en Alhama, concretamente dicen lo siguiente:
"1555.- Caluroso día del mes de Julio en que venían de Granada, por orden de su prior, tres carmelitas subiendo la cuesta de Cacín en la cual apareciéndoseles un anciano vestido de manto blanco y capa parda, cuyo rostro tenía larga barba, el que les condujo a su choza donde aplacaron su sed y quedaron dormidos.
Despertaron dentro de la
ciudad, en casa de unos
caritativos señores, los que
les explicaron que la noche
antes, ya bien avanzada la
hora, presentáronse con
ellos un anciano y una joven
dama, rogándoles que les
recibieran, pues eran hijos del primero y hermanos de la joven, y en cuyo honor venían a fundar un hospicio, y preguntados por quienes eran respondieron ser el profeta Elías y la Virgen del Carmelo, en cuyo momento desaparecieron.
Hecho tan extraordinario movió a devoción al dueño de la casa que les cedió sus bienes y tomó el hábito. Dichos bienes son los que ahora se corresponden y se llama cortijo de San Elías, en cuya pared estaba el escudo del Carmelo. Del Santo profeta existía una imagen en la Iglesia del Convento y en cuanto a la Virgen tenía su altar en el mismo , bajo el nombre del Consuelo ... "
Federico Antonio Sánchez de Gálvez, en la década de los sesenta del pasado siglo, años de la infancia y niñez de Francisca Prados Calero, concluía su historia sobre la Virgen del Carmen y su templo con estas palabras "El gobierno de 1846dio el monasterio al Municipio y el templo a la Iglesia Mayor para ayuda de la parroquia. la Virgen, conservaba, merced a tantos esfuerzos, su alcázar y su culto, y
Así fue. hasta que en los años treinta de nuestro siglo España viese como sus hijos llevaban sus diferencias y pasiones. hasta entonces contenidas durante largos años. a creer que podían resolverlascon la intransigencia, la imposición y las armas y lo único que se consiguió, en definitiva. fue abrir una honda y tristísima brecha entre los españoles. que supuso, también, las lamentables actuaciones de destrucción de incontables obras de arte, entre las que tuvieron que contarse la Iglesia del Carmen y la misma histórica imagen de Nuestra Señora del Carmen.
Por fortuna, de muy diversas formas, se fue superando aquél triste tiempo. La Iglesia del Carmen ha vuelvo a abrirse al culto y a la hermosa relación de valores artísticos actuales de nuestra Alhama y, en este caso, muy especialmente gracias al deseo y la decisión del nieto menor de cuantos tuvo Francisca Prados, Manuel Castillo Velasco, la Virgen del Carmen ha vuelto a su templo y, superándose el paso de los años y los avatares del tiempo. poder ser así adorada por muchos y
contemplada por todos ... "Porque ha quedado bellísima. toda una preciosidad. tan hermosa junto a su camarín de nuestra Iglesia del Carmen", nos dice, dichosa y desbordante de satisfacción, Beatriz Hinojosa, esposa y compañera de ilusiones y esperanzas de toda una vida de Manolo Castillo.
Es emotivamente curioso
el observar y sentir como, a
lo largo de la vida, se dan
ciertas coincidencias. Por
ejemplo, en tomo al tema
que tratamos de la Virgen del
Carmen y de su templo, cuando tras tantos años de abandono se ha conseguido recuperar bien meritoria y acertadamente la Iglesia del Carmen, volviendo a abrirse al culto, ahora, en este mismo año de 1996, precisamente cuando se cumplen ciento cincuenta años de que esta hermosa iglesia alhameña se "salvase" como tal, al ser cedida definitivamente por el estado a la Iglesia parroquial: Por un lado, un insigne y destacado historiador del Arte, como es el eminente profesor Lázaro Gila Medina, junto con su eficaz colaborador Manuel L. Peregrin a Palomares, nos concreta históricamente cómo se llevó a efecto la fundación y construcción del Convento con todos sus pormenores, resol viéndose definitivamente importantes lagunas que al respecto existían en el orden documental-histórico y completándose otras aportaciones históricas que, en relación a este templo y convento, se han llevado a cabo, como son, entre otras varias, las de Manuel Melguizo
Santan der, que publicó varios artículos al respecto hace años, y la de Salvador Raya Retamero, por medio de su libro "Arquitectura religiosa a/hameiia, La Antigua Iglesia de Nuestra Sefiora de la Encarnación y el Convento del Carmen"; y, por otro lado. a la par de todo esto, no tan sólo de una forma material, sino también espiritual para los católicos alhameños, retorna su templo Nuestra Señora del Carmen.
Y aunque decimos que vuelve en lo espiritual, en lo que a la advocación se refiere, también se da el emotivo hecho material de
que lo hace con el bello manto que tuvo antaño la anterior imagen de la Virgen del Carme, el que ha sido afortunada y cuidadosamente conservado por María Luisa Martel Velasco, y que las amorosas y sensibles manos de la buena y apreciada Car men Jiménez Espejo han colocado con ternura y primor a la imagen.
Al escribir estas líneas, en las que me estoy permitiendo la licencia de que los datos históricos se relacionen con vivencias familiares y personales -¡Ay de aquél que sea capaz de mantener siempre sus
sentimientos en silencio!-, al hablar de Manolo Castillo, Beatriz Hinojosa, Carmen Jiménez, ... y casi todos las personas a las que hago referencia. no quiero desaprovechar la ocasión para efectuar una rectificación que desde hace ya muchos años deseo efectuar.
Creo que tendría veinte o veintiún años cuando, a petición de mi buen amigo Paco Pérez Morales, facilité varias poesías para ser expuestas en un acogedor lugar de reunión que puso en marcha en losbajos de su casa. Una de las poesías que quedó escrita en la pared, con grandes letras y en el lugar más visible, decía: "Siento compasión de las cosas,/ del roble, del perro y de la persona sin hijos,/ un día serán hueco de nada".
amás he olvidado que una de las primeras personas que visitó el
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¡Que equivocado estaba! ¡Que inmensos llenos han dejado y están dejando, y para siempre, todos ellos - y tantas y tantas personas más sin hijos, en el caso que nos ocupa- en corazones, sentimientos e historias familiares y de la propia Alhama!
Y volviendo, para concluir, a la historia concreta de la nueva imagen de Nuestra Señora del Carmen, solo nos queda desear y pedir que todo esto, de una forma sincera y fraternal, cierre definitivamente esas heridas, muy pocas ya afortunadamente, que aún han permanecido algo semiabiertas a pesar de transcurrir sesenta años desde aquellos días aciagados en los que la pasión y la intolerancia se impusieron a todo.