Raststätte en Aquisgrán expuso las pinturas de Silverio Gálvez

Pintura


Pinturas, dibujos y bocetos realizados durante su estancia en Alemania en el que no faltan muchos de sus queridos recuerdos familiares.




 Silverio es un joven alhameño que desarrolla su actividad profesional de arquitecto en la ciudad alemana de Aachen (en alemán) o Aquisgrán, ciudad que limita con la frontera belga y holandesa, cerca de ciudades como Colonia o Bruselas. Dedica parte de su tiempo libre a la pintura y ha tenido la ocasión de exponer sus pinturas, dibujos y bocetos realizados durante su estancia en el país germano.

 La ciudad de Aquisgrán, famosa por sus baños termales y la ciudad de residencia de Carlomagno, presume de la catedral más antigua del norte de Europa, mandada a construir por el propio Carlomagno.

 Silverio expuso a finales de enero sus pinturas y dibujos en la sala Raststätte, un espacio cultural que lleva abierto desde 1995, donde los artistas pueden mostrar sus proyectos y obras. En esta sala se realizan actividades culturales de todo tipo: conciertos y exposiciones, así como encuentros para proyección de cine, representaciones teatrales, espectáculos de danza, lecturas y recitales de poesía. El espacio está gestionado por la asociación socio-cultural Förderverein Kunst & Internet e.V.

 La exposición, centrada en el retrato, ha contado con numerosa asistencia de público. En su inauguración el pasado 28 de enero, Silverio Gálvez tuvo la oportunidad de dirigirse a los asistentes, con una breve explicación sobre el motivo de la exposición, haciendo un resumen de su trayectoria y las razones que motivan la pintura del retrato.

 
 
Las palabras de Silverio en la apertura de la exposición



 Buenas tardes a todos y todas. Bienvenidos a esta exposición de pintura que se inaugura esta tarde y durará hasta el domingo.

 Este momento resulta especialmente emocionante para mí. Es la primera vez que se exponen públicamente mis pinturas. Resulta interesante ver todas estas obras reunidas de una vez, poder verlas en su conjunto en un solo vistazo y en un único espacio. Es emocionante poder compartir este espacio, este tiempo, estas palabras y este trabajo con todos vosotros y vosotras.

 También ha sido emocionante la organización y preparación de la exposición. Para reunir todo el trabajo expuesto, he tenido que seleccionar bocetos, elegir títulos, anotar tamaños, técnica de las pinturas, y anotar fechas. Recordar fechas e inevitablemente recordar muchas vivencias y experiencias. Ese misterio de la memoria y el recuerdo. En parte, ha sido como ver una película o leer una novela sobre el tiempo que llevo viviendo en Aachen. Los capítulos que estructuran esa novela bien podrían llamarse como los títulos de estas pinturas.

 Desde que era niño me ha gustado dibujar y pintar. Me iba haciendo mayor y paralelamente iba creciendo mi interés por el arte. En lugar de bellas artes, decidí estudiar Arquitectura, que tiene una relación muy estrecha con el arte y el dibujo. En primavera de dos mil quince terminé mis estudios universitarios y me mudé de un pequeño pueblo del sur de España, Alhama de Granada, a esta ciudad, a Aachen. Justamente durante esa etapa de cambio comenzó a interesarme el retrato en la pintura. En mis ratos libres o aprovechando alguna visita a algún museo, realizaba bocetos inspirándome en pinturas clásicas. Supongo que observar y copiar a algunos maestros clásicos de la pintura era una forma de aprender y encontrar un estilo. Ese interés por el retrato se materializó más tarde, ya aquí en Aachen, en esta serie de pinturas. También la técnica. En algún momento pensé en la madera como soporte. Entonces fue cuando pinté cuatro tablas de formato pequeño. El resultado del retrato de la mujer anciana que se encuentra ahí en el centro me motivó para seguir realizando esta serie de retratos de óleo sobre madera.

 Además de las pinturas, también se muestra una amalgama de bocetos. Bocetos a lápiz y bolígrafo como parte de un proceso creativo. Por otro lado, en los próximos dos días continuaré con un retrato que está preparado para comenzar a pintar y que podéis verlo en la pequeña tabla que hay en el caballete.

 La pintura me ha acompañado en este proceso. Por el tiempo que le dedico a la pintura, se podría decir que es un hobbie. Pero cuando pinto me lo tomo en serio, como si fuera una profesión, porque la pintura también es una pasión. Por otro lado, la pintura se ha convertido en ese lugar al que ir para reflexionar. El templo al que acudir para enriquecer el espíritu. Esos lugares donde uno se abstrae y se olvida del tiempo. Esos lugares de ritmo pausado. Hoy parece que impera la prisa, la velocidad, lo inmediato, la productividad. Frente a eso, estos refugios. No importa cuándo llegar o qué conseguir. Se trata más bien de aprender y saber.

 Supongo que uno pinta para saber. Para saber quién es. Supongo que, pintando retratos, se ve a uno en el rostro de los demás. De alguna forma uno se reconoce en los demás para conocerse a uno mismo. Y aunque hoy en día nos invaden las imágenes: teléfono móvil, televisión, ordenador, internet, redes sociales, … Yo logro escapar a ese refugio donde me encuentro con un caballete, una tabla de madera, óleos y una sola imagen que observar. Una imagen que es un rostro. Un gesto, una mirada.

 Me parece interesante pensar que una cara es a la vez única y universal. Única, porque en cada rostro podemos distinguir un individuo. Nuestra cara es nuestra identidad. Nuestra cara hace que nos diferenciemos de lo común. Pero es también universal. Todas las caras están compuestas por los mismos elementos: dos ojos, dos orejas, una nariz, una boca, …La constitución de todas las caras son la misma, y sin embargo cada cara es singular. También me gustaría pensar que es universal, porque a través de los gestos de una cara existe un único idioma a través del que todo el mundo se puede comunicar. Un gesto en una cara nos transmite si alguien está alegre, triste, enfadado, concentrado, perdido, cansado, feliz, cómodo, … Supongo que por eso se dice que la cara es el espejo del alma, de la mente, del espíritu. En la cara vemos reflejado el ánimo de una persona. Y ese reflejo que vemos puede ser engañoso. Puede ser un reflejo que nos impida acceder a alguien. A veces, ni siquiera cuando uno ve su propia cara, puede reconocerse a sí mismo. Pero me gusta pensar que es necesario confiar en esos espejos del alma. Me gusta pensar que es necesario confiar en los demás. Es necesario confiar en lo que hacen y dicen. Esperar algo de alguien.

 Y tras estas reflexiones os invito a ir pasando a ver estas pinturas y bocetos. Muchas gracias al equipo del Raststätte por darme la posibilidad de mostrar este trabajo, por vuestro interés, gestión y por el apoyo a la cultura y el arte. Muchas gracias a Lola, por tu apoyo incondicional, por la motivación que me transmites y por los ánimos que me das para seguir pintando. Y muchas gracias a todos los asistentes, colegas, amigos y amigas. Muchas gracias por compartir este tiempo, en este día 28 de enero de 2022, en este espacio, el Raststätte de Lothringerstraße 23, en Aachen.

Buenas tardes y muchas gracias.

 

La exposición