Empresas y economía

 Joven, coloquial, afable, dispuesta… nos recibe en su bufete que abrió hace poco tiempo, en la Calle Reina Regente (Calle Ancha conocida por los alhameños), y que nos dice que por causa del coronavirus no ha podido hacer inauguración oficial, pero que queda pendiente.

 Quisimos conocer algo más sobre ella y de como le viene la vena del derecho y la abogacía, aunque en este aspecto nos apostilla que; “ser abogada es muy diferente a estudiar Derecho”, y que desde pequeña ya le llamaba su familia -la abogadilla de los pobres- y -la defensora de las causas imposibles-, y ya en esa temprana edad vivió sus primeras defensas respecto de sus iguales más indefensos.

 Más tarde, en la adolescencia y con un expediente que le permitía estudiar lo que quisiera, tuvo la dicotomía; Derecho o Medicina. Pasados unos años, lo de la Medicina era evidente que no era para ella, y ser abogada, que es muy diferente a estudiar Derecho, como nos comentó, era su vocación, y precisamente en el último año descubrió algo que hoy le hace ser mejor persona, y está convencida, que mejor abogada, cuando le diagnosticaron un cáncer, un tumor cerebral que le acompaña desde 2011, “lo que te hace ver que la vida es un regalo y hay que vivirla como uno quiere, como uno desea y anhela, y sin dar nada por sentado”, nos dice sin perder la serenidad. 

 Cuando acabó la carrera de Derecho quiso dar otro paso que tenía previsto para ampliar sus horizontes inscribiéndose en el Máster de la Abogacía. Con todo esto, un par de años después, ya estaba trabajado en su primer despacho de la mano de la que fuera su maestra, María Virginia Ibáñez Fuentes, a la vez que completaba un segundo máster, en este caso de fiscalidad.

 Así las cosas, le surgió la oportunidad de iniciar una nueva andadura profesional de la mano de otro compañero, Juan Ramón Pérez Correa, y juntos abrieron despacho en Granada.

 Cuando le preguntamos sobre su ‘aterrizaje’ en Alhama y la aventura de desarrollar su actividad profesional en nuestra ciudad, y con la que está cayendo, sonríe y nos cuenta con cierto orgullo; “Tuve la inmensa fortuna de conocer Alhama en el año 2009 y ya, poco después supe que mi destino y mi sitio estaban aquí, en este enclave maravilloso, paraíso de lo rural, con gentes de alto nivel. Y aquí, conocí a mi pareja, y aquí decidí aventurarme a prestar mis servicios como letrada, no sin dejar mi Granada, pero sí de una forma alterna. De esta manera -continúa-, encargué mis muebles a Morenito y pedí permiso a Baltasar Rojas para poner una pintura de la Parroquia, copia de una de sus hermosas fotografías, en mi despacho, y ya Alhama es mi casa”.