Alhama vista desde su cielo. Solo los alhameños saben el "nivel" de esta soldadura de la imagen.
27/09/2006.- La famosa cruz de la Parroquia fue finalmente colocada en su eterna ubicación, y un servidor tiene el privilegio de contar cómo se ve Alhama desde su punto más alto, más inalcanzable e inaccesible.
Según subes las escaleras adyacentes a los andamios que cubren el templo, te vas dando cuenta de la considerable altura a la que se encuentra el campanario de la Iglesia de la Encarnación (unos 45 metros). Conforme asciendes por esa escalinata rudimentaria y situada en la cara este de la iglesia, las casas empiezan a aparecer unas detrás de otras y la vista llega cada vez más lejos. Llega tan lejos que una vez en lo alto del tejado del campanario, no se atisba ningún elemento más alto que el emblemático monumento. Sólo la lejanía y el horizonte, privan a la vista de llegar aún más allá.
Una cruz y un tejado con historia. En la imagen Francisco Puerta, párroco de Alhama (a la izquierda) y el maestro fragüero Miguel Monteagudo Ramos
Se comienza a subir y se tarda más de lo esperado (al menos en mi caso) en llegar al tejado de la nave, el que cubre la iglesia en sí. Las escaleras son estrechas y están dispuestas en zig-zag, lo que hace que llegues a esta primera parada un poco mareado. Una vez allí, donde la altura es ya más que considerable, te das cuenta de la majestuosidad de la Iglesia mayor. Hay partes en el tejado que aún no están techadas, así que desde fuera se pueden ver las bóvedas que adornan la Iglesia por dentro. Para entendernos, las tripas del templo. Desde aquí se pueden ver a los operarios que trabajan en la limpieza de la fachada de la iglesia. La están dejando como nueva.
Después de recorrer todo el tejado, cruzándonos con los albañiles que trabajan poniendo tejas, llegamos al segundo tramo de escaleras, el que nos va a llevar definitivamente al campanario y a la cúpula donde hemos de fijar la famosa cruz. La sensación de vértigo no aparece, puesto que en todo momento estás rodeado de una maraña metálica por todos sitios, pero sí eres consciente de la altura que vas alcanzando. Distingues más y más cosas, cada vez más y más alto. Al pasar por el campanario, una gárgola te da la bienvenida y te invita a subir los últimos quince escalones que desembocarán en el tejado donde hemos de realizar nuestro trabajo. Al llegar allí, el objeto metálico más polémico del último mes aparece desde la posición más elevada del monumento más elevado. Detrás de esa cruz de forja, sólo ves el cielo y las nubes que transitan en él.
Se puede apreciar como se diferencia la parte superior del campanario donde ya la pìedra se ha limpiado
Una vez llegan las herramientas, nos ponemos a trabajar. El trabajo no es complejo, sólo hay que soldar la cruz a la fijación metálica que sale del tejado, donde ya está acoplada y colocarle unas cuñas de hierro para que no se balancee. Este objeto es una maravillosa pieza de forja de más de dos metros de altura, hecha en su totalidad a base de golpes de fragua. Remaches, adornos, estructura, fijaciones, e inscripciones, la cruz en su conjunto es un espectacular trabajo manual de moldeamiento del hierro. Una vez soldada y fijada en su lugar con electrodos de acero inoxidable, inmortalizamos el momento. El párroco comenta que la primera vez que subió aquí sintió algo de vértigo, pero que ahora sólo piensa en hacer fotos de tan emblemático lugar. Mirando por la cara que da al barrio de la Joya, observamos un enorme arco iris que sale y se esconde por los “encerraeros”. Al norte, queda el barrio árabe, viéndose la Plaza de los Presos, muy muy abajo. Al oeste observamos los tajos “por encima del hombro”, y detrás sobresale el también famoso y polémico Llano 40. Por último, al sur, aparece en primer plano el tejado de la Iglesia, donde trabajan los albañiles, y detrás se observa una bonita imagen global de la Iglesia del Carmen y nuevamente de los tajos. El ayuntamiento, el castillo, la plaza de la Constitución, el barrio del Tejar, el Colegio del Callejón, la cruz del hachuelo... todo lo vemos al mismo tiempo desde esta cara. En total, hago unas 60 fotos. Pero ya es la hora de volver al pueblo, de “descender” nuevamente a Alhama. Cuando volvemos a pasar por el campanario, entro en él, pero las vistas y la sensación de libertad ya no son las mismas. Como dice mi padre, “hoy hemos trabajado y hemos hecho turismo al mismo tiempo”. No le falta razón. Turismo además, del bueno. El cura dice que “pasará mucho tiempo hasta que alguien vuelva a ver Alhama desde esa altura”. Este comentario pone la guinda a una mañana mágica.
A vista de pájaro, desde el campanario de la parroquia
Texto y fotos: Sergio Monteagudo Sánchez.
Agradecemos a nuestro compañero Sergio Monteagudo, profesor de EF y fragüero, al que vemos junto a su padre en la colocación de la cruz del campanario, tras haberla restaurado (septiembre de 2006), que haya compartido con todos nosotros esta experiencia y estas fotografías.