Candelaria

 A pesar de que la tarde noche algo fresca invitaba a estar al lado de un buen fuego y del elevado número de candelas inscritas -56- lo cierto es que esta candelaria 2013 ha sido algo deslucida por la escasez de candelas y merceores.

 Bien es cierto que en las que sí se han encendido la animación, el buen humor y la presencia de gollerías y galguerías para acompañar nuestro vino del terreno han sido la nota dominante. La más madrugadora ha sido la de la calle Enciso que desde principios de la tarde estaban presentes ofreciendo una olla jameña solidaria, labor altruista que continuaban al atardecer con la venta de dulces y chocolate, cuya recaudación iba destinada a favor de los más necesitados de nuestros paisanos. Contaba esta candela también con su merceor como es tradicional y de rigor, pues una de las esencias de nuestra candelaria es el merceor y las coplillas que al vaivén del columpio se cantan por los más jóvenes, o no, que en esto tampoco la edad importa demasiado si hay entusiasmo.

 Otra de las candelarias más concurridas ha sido la de la Plaza del Rey, cuyas migas con chocolate hicieron las delicias de los concurrentes, así como los tragos del buen vino del terreno ofrecido a cuanta gente quiso degustarlo. como no podía ser de otra forma en esta candela también merceores y coplillas se hicieron presentes.

 Pocos más merceores hubo en la noche alhameña, si bien es cierto que en algunos barrios, por ejemplo en la Urbanización Moro, con calles bastante anchas, resulta bastante complicado la instalación de merceores de balcón a balcón, lo que, hasta cierto punto disculpa su ausencia.

 Pero con todo, podemos decir que un año más la candelaria estuvo presente en la noche de nuestro pueblo iluminando con los fuegos y la alegría de sus gentes esta noche de principios de febrero, algo fría y ventosa.

 Pero no fue el viento lo único que deslució la candelaria de este año, también la presencia de caballos y jinetes recorriendo las calles y candelas puso una nota discordante en la fiesta de la candelaria en la cual la presencia de caballos nunca se ha dado. Nada tengo en contra de los nobles animales, nada tampoco en contra de los jinetes y aficionados a los caballos; únicamente sería de desear que alguna normativa municipal viniera a regular esta práctica que en horas avanzadas de la noche y con alguna que otra copa bebida puede resultar peligrosa para jinetes, animales y peatones.

 Pero a pesar de estos pequeños detalles, me quedo con la alegría y el buen rato pasado con mis paisanos mientras recorría las calles de Alhama buscando candelas y merceores y con la acogida y hospitalidad que hemos encontrado en cada candela.