Blanco de rigor y pañuelo a color, imprescindible indumentaria para la ocasión. A las 8 de la mañana y acompañada con una suave brisa propia de las mañanas de agosto encuentro a los primeros romeros que ya me esperan impacientes; con traje de gitana Cristina López junto a su novio David Sánchez, recién aficionado al barranquismo. Además de Ana Ruiz, flamante licenciada acompañada de dos zafarralleras con mucho arte, María Ortigosa y una futura pedagoga, Leticia Galeote.
Antes de emprender la aventura, hacemos una parada con cuestas de por medio, en la casa de Paco Ortiz y Juani Peula, en cuya cochera preparamos el catering, ¡embutidos por doquier!
Dados los últimos retoques a la carroza, nuestro chofer, Miguel Ramos (bendita paciencia) arranca el camión con lunares y a lo loco, allá que vamos entre bulerías y cantes.
Hoy, Alhama está de fiesta, se respira en el ambiente, saludos a dos manos y unas buenas tundas de ooooeee oooeeee a cada resalto de la carretera (me atrevo a decir que hoy es el único día del año que nos hacen gracia).
Ya en el recinto ferial los minutos pasan volando entre charlas, risas y jolgorio. Caballos, romeros, sevillanas inundan el ambiente cada vez más animado.
Entre paseo y paseo y apurando el verano, Teresa Pérez que este año se nos va a Lisboa y un Guardia Civil alhameño en Castellón, Lolo Sánchez acompañados de Cristina Vega, Verónica Ramos nuestra repostera oficial, Mari Carmen Moya, en las filas de la Cruz Roja junto a Alberto Cortés que la noche anterior…¡Ah no! perdón, esta vez no lo cuento.
No hay más que echar un vistazo para darnos cuenta de la cantera, cada vez más grande, de jóvenes romeros y romeras (¡ y que dure!), una de ellas, Carmen Sánchez y Lidia Mancebo a las que saludo junto a Juan Francisco Ortiz, un arte con la brocha. Hablando de brocha, esta vez fina, en proyecto de arquitecto, aficionado a la pintura y amante de su pueblo, Silverio Gálvez se nos une al alboroto.
Parece que este año hay menos gente que en anteriores años o eso creo, ¿será cosa de la crisis? Hoy no, hoy no es momento de ninguna crisis.
Para arriba y para abajo me cruzo con Pili Molina, sonrisa por herencia y a Trini Ruiz acompañada de Juan Alfonso ”El Tanero” . Prima de esta última, Leticia Miranda (hija de “Juan el del Ventorro”) venía acompañada de una francesa, Delia González, procedente de Burdeos (tierra de buen vino) quien quedó encandilada por el sur, Alhama, la gente y la Romería. Me prometió que el año que viene repite.
A media mañana, el calor apretaba y las carrozas se dispusieron a iniciar el tradicional recorrido por las calles alhameñas no sin antes recibir los embutidos y la verdura correspondiente de manos del alcalde, Paco Escobedo y del concejal de Romería, Sergio Monteagudo, engalanado para la ocasión.
Iniciamos la marcha, dejamos atrás la falda de la Iglesia de la Encarnación y en la puerta de la Residencia de Mayores, estos, saludan a los romeros con una sonrisa en el rostro y nosotros, tan felices de verlos a ellos. Paisanos y visitantes(algunos sorprendidos) se agolpaban en los alrededores para intentar ver a hijos y nietos e inmortalizar el momento, como una de nuestras paisanas más ilustres, Sandra García que nos saludaba desde un balcón junto a sus dos hijas y mientras los romeros/as a lo nuestro, cantar, algún tintillo y alegría.
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Llegamos al Motor, que ya huele a “Olla Jameña”, toca comer, visitar a los vecinos de carroza y recibir a los visitantes como manda la tradición; “ven, te echo algo, ¿tienes hambre? ¡Aquí lo que quieras!”.
Una de esas visitas que gustan de verdad fue la de Oti García y su marido, antiguo maestro, Pepe Navarro acompañado por su hija Ana Navarro y José A. junto a su pequeño José inquieto y de ojos azules como su padre.
Y como no estábamos en el Pardo que nos esperan para comer, pues otro año sin probar la “olla Jameña”, (se nos fue el santo al cielo con las charlas) pero a la tercera (o cuarta) irá la vencida, aunque, sí probamos el vino del terreno y el gazpacho que nos dejaron muy buen sabor de boca.
El Motor se ha convertido a media tarde en un ir y venir de gente, familiares y amigos, como Victor Peula y su compañera Pili Díaz (una pareja de altura) acompañados de un futuro papá Paco Jiménez y su mujer Amparo Moya felizmente embarazada.
En esta ocasión tampoco se ha podido resistir un sevillano medio alhameño, Alberto Pérez con Carolina Moya, una periodista en tierras sevillanas. Como tampoco podía faltar otra tocaya, María Gálvez esta vez, acompañada de una malagueña, Anabel Fernández.
Un rato después de la carrera de cintas saludé a Enrique Morales y Laura Moya.
La tarde avanzaba y por el Motor también se dejaron ver las hermanas Teresa Castillo, Francisca Castillo y María Castillo junto a su madre Juana Escobedo “La Tomilla”. También saludé a Cristina Cortés, que este verano se encarga del kiosco de chucherías de la piscina Municipal, acompañada de sus padres Carlos Cortés y Paqui Reina.
La noche llegó al paraje del Motor y las primeras carrozas pusieron rumbo al pueblo. Por el leve dolor de mis pies, el grado de manchas en nuestras camisetas, los rostros de cansancio, la búsqueda de una alpaca donde sentarse, las zapatillas llenas de “caíllos” y un bostezo incipiente que pronto se contagió, supe que era hora de volver al pueblo, o por lo menos yo. Buscamos a los compañeros dispersos, algunos volvieron, otros ni los encontramos, me aprovisioné de agua para el camino (cortesía de la carroza “Golpesitos”) y allá que fuimos.
El camino de regreso fue casi tan animado como el de ida, nos quedamos sin gasolina en el motor, se apagó la luz (cosas que pasan), nos fuimos dejando “guijarros” de techo por el camino, pero seguimos cantando durante todo el camino y es que ¡gasolina de risas no le falta a los romeros!.
Un balance muy positivo, el tiempo acompañó, la gente también, los amigos más todavía y ¡aún nos quedaron reservas como para otra Romería!(o casi)
¿Qué más se puede pedir? Volver, volver el año que viene.
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