El gélido día nos depara la sorpresa del tibio ambiente nada más penetrar en el Museo de la etnia HUI donde descubro algunas cosas que me llevan a otros momentos de mi vida.
Por ejemplo cuando le dediqué un artículo a Zheng He en Crónica Filatélica y lanzaba la teoría del viaje del intrépido eunuco hui a las costas de América mucho antes de los viajes colombinos. Realizó sus viajes entre 1405-1433 y en su flota llevaba cocineros de varias partes de China; en el restaurante Manssur degustamos platos de hace más de 600 años en la historia gastronómica de la zona.
Somos acogidos por dos preciosas guías, ahora sí. Ahora van vestidas de manera tradicional musulmana, nos llevaron por todo el recinto y varios núcleos separados entre sí, pero unidos por la coherencia arquitectónica del grupo, los preciosos y muy bien diseñados jardines que durante nuestra visita estaban, como es natural, en su parada biológica.
Si uno accede por la entrada principal se sorprenderá por la majestuosidad del entorno levantado en piedra blanca que imita al templo hindú del Taj Mahal; esa arcada principal tiene 38 metros de alto y 206 metros de longitud que abre un grandioso porche ricamente decorado con elementos islámicos, la gran explanada y su impresionante fuente refresca el ambiente durante los tórridos estíos, ocupan nada menos 3200 m², a veces se utiliza para eventos y muestras que requieren grandes espacios libres de tráfico rodado. Tras pasar la puerta uno desembarca, sin darse en cuenta, en la Plaza de la Unidad que tiene 17.000 m² y después nos sorprenderá la Plaza de la Pureza de dimensiones menos faraónicas, sólo 6.400 m². La municipalidad no reparó en la cantidad de terreno necesaria cuando acometió esta obra que hoy se muestra con orgullo por parte del gobierno regional.
Se trata del lugar cultural hui más grande de la provincia [por lo tanto del mundo]. El Museo, por sí mismo, merece la pena para intentar entender el pasado y el presente de este pueblo musulmán en los confines del noroeste de China y que se fue asentando con el paso de las reatas de camellos que jalonaron la prestigiosa Ruta de la Seda que tan magistralmente documentó Marco Polo.
Seguimos adentrándonos y tenemos el Museo que cuenta con 5.000 m², dedicado en su integridad a la etnia mayoritaria en esta región del noroeste de China. En sus instalaciones, al margen de personajes de la historia árabe, pensadores de todos los tiempos y orígenes que incluso influyeron en la España musulmana de su época, se recrea a las mil maravillas la historia hui y, seguramente Zheng He sería el que mejor impresión me dio y más lejos llegó dentro de la historia de este pueblo milenario. Allí lo encontré, a tamaño natural, bañado en oro al frente de sus navíos, en el diorama próximo aparece su flota e inmensos textos en chino y árabe ofrecen las explicaciones pertinentes que nuestras asistentes nos iban traduciendo.
El gigantesco e impresionante centro fue construido en el 2002 según nos informaron. Después de cuatro horas de apretado recorrido (apenas visitamos tres edificios que calculo representa la quinta parte del gran complejo) no sólo te impresiona, te dejan exhausto por la magnitud y las dimensiones. Tras la intensa y fascinante visita, nos adentraremos en la Gran Mezquita que aparece ante nosotros tras dejar la parte museística; dicen que es la más grande de las existentes en China y permite varios miles de fieles en la oración.
La entrada, tras descalzarnos y cubrirnos la cabeza, nos permitió que los pies se relajasen. La atención en el interior fue excelente y el guía nos permitió fotografiar lo que quisiéramos y deambular por toda la instalación, incluso la parte superior donde normalmente se colocan las mujeres para la oración y que funge como recordatorio del pasado histórico común: fotos gigantes del mundo árabe donde La Alhambra, La Giralda o Toledo serán mostradas con orgullo al huésped español que agradece el detalle y le explica que él nació precisamente en la provincia de Granada; por un momento parece que sus ojos se iluminan y uno se siente más frágil ante ese gesto tan humano. Numerosas fotos en el interior, impresionantes sus pinturas, preciosos sus techos (algunas de esas imágenes ya las colgué en Facebook). Fue una entrañable visita a una de las más grandes mezquitas del mundo.
Agradecemos las atenciones recibidas y desandamos parcialmente el camino para tomar el edificio del inmenso restaurante que queda a nuestra izquierda. Nos aparece el Aisha Palace, donde funciona el imponente teatro de 2.000 m², con un escenario que casi representa esa cuarta parte construida. También se utiliza para obras teatrales, espectáculos de danzas tradicionales entre los que destaca una que llena de orgullo a sus gentes La Luna sobre las Montañas Helan. Esa mañana estaba cerrado y pasamos directamente a las instalaciones del gigantesco restaurante. Allí las dos guías de la instalación nos han dejado las bolsas con la folletería y un CD que nos permitirá saborear, ya en casa, ese entrañable momento. Uno, sin embargo, sigue pensando en la magnitud del gigantesco recinto, el coste y, sobre todo, el mantenimiento. El Centro Manssur es el lugar culinario por excelencia, dispone de un servicio de buffet con capacidad para 200 comensales y once comedores privados que, si todos son iguales al que nos asignaron, permiten atender el doble de comensales que en la zona buffet.
Se trata de salones familiares con varias mesas y sofás para crear un ambiente agradable y privado al mismo tiempo. Me extrañó muchísimo encontrar el artesonado del techo con la flor de lis, traté de saber el por qué de esa simbología borbónica, pero no acertaron a explicármelo, como mucho obtuve la tradición musulmana en adornar sus recintos con formas geométricas y motivos florales. Repetir que la veintena de platillos eran todos típicos de las artes culinarias hui o lo que es lo mismo, comida musulmana, donde decenas de variedades podían hacer las delicias del comensal más exigente, aunque alguna sopa picante no todos la disfrutaron pero nte el gélido ambiente, venían de perilla para entrar en calor. ¡Excelente cocina, si señor!
Existe toda una urbanización que preserva la vida tradicional y trata de mantener viva la imagen de algo tan intangible,se localiza al lado del teatro y cubre un área de 1400 m² donde encontramos cinco villas que, a lo lejos, me recuerdan ciertas construcciones de La Albufera (Valencia). Los hui las utilizan especialmente para celebrar allí sus bodas y otros actos sociales. Se preserva el pasado sin olvidar disfrutarlo en el presente. Ideal para pasear y extasiarse, aunque este no era nuestro caso en el gélido mes de diciembre.
Por doquier reina la limpieza y la mayoría de las zonas acuáticas han sido vaciadas, imagino para evitar el patinaje, el uso indebido y posibles consecuencias de los daños colaterales. Centenares de árboles dulcemente protegidos a lo largo del tronco que lleva un plástico blanco como capa protectora ante el riguroso frío polar del invierno. Este inmenso complejo está catalogado como 4ª, o sea: segunda categoría de entre las atracciones turísticas chinas; pero a juzgar por sus dimensiones, la esbeltez de sus edificios y las piruetas de sus vistosos diseños de jardines, no me extrañaría que en un futuro esa calificación fuese revisada y colocada en la máxima categoría 5ª.
En la cara este del recinto se localiza la calle más famosa de la etnia en toda China. La número 1 que conecta el parque peatonal con la Mezquita Najiahu. Está dividida en diferentes subsecciones, pero nuestro tiempo y nuestro destino era otro. Proseguimos el viaje por las inabarcables autopistas que envuelven la capital de Ningxia. Lástima, porque según pude leer, sus 20.000 metros cuadrados de construcción dan para mucho entretenimiento. Al parecer es un área protegida y preserva el estilo arquitectónico de la región antes del desenfreno de la construcción que también llegó a la zona a finales del XX y que en estos momentos invade el más recóndito espacio de China, sobre todo en las grandes urbes.
Por supuesto, las informaciones que nos dieron sobre ese proyecto es que todavía no está acabado, cualquiera que vuelva allí, en el futuro, seguirá encontrándose cosas nuevas. Exactamente igual que me pasó tras pisar Beijing en mi segunda oportunidad. Está en proyecto la Fase II que tiene ya presupuestados 703 millones de RMB (yuanes), maquetado el Museo del Folklore Hui, el Colegio Mei Xiang, el Pabellón Saudí, el Teatro del Agua y la reubicación del Instituto Islámico de Ningxia entre otros planes preparados para el 12º plan quinquenal que promociona el gobierno autónomo.
Hasta la próxima aventura: Juan Franco Crespo