Aeropuerto de Nueva York, en una mano, mi nueva maleta sansonite (con ruedas), el pasaporte en la otra.
Oficina de control, aparentando estar sereno, con mucha decisión y procurando agradar,
¡Buenas tardes señores!, mi nombre es Manuel Juan, soy de Granada, voy a Princeton a tratar unos asuntos, con J. Rafael Moneo, que imparte un curso y es el arquitecto del Museo Nacional de Arte Romano, que construimos en Mérida.
El señor de control, (un doble, calcado, de LeBron James), me miraba atentamente y en aceptable español, tras responder: buenas tardes, me pregunta ¿algo que declarar?, verá..., (¡madre mía!, ¿qué digo ahora? pues... diré la verdad), seño llevo..., lo clásico: un pata negra, de Pedro Narváez de Jerez de los Caballeros, y un Faustino gran reserva.
El clon de Le Bron, con gesto indefinido, tomó el pasaporte, lo hojeó, me miró con fijeza, lo selló y con amabilidad dijo: ¡adelante!
Respiré muy hondo y ..., sencillamente, así pasó.
(Quince días, conociendo, Princeton y NY, de la mano de Rafael Moneo, da para escribir un libro).
Pues bien, a la vuelta, nadie creía, que hubiera, pasado un jamón (prohibido entonces), en EE.UU., de forma tan simpática y peculiar.
La verdad existe. Sólo la mentira se inventa.
Felicitamos a:
Restituta, Martirio, Alejandro, Teodosia, Gencio, Sofía, Máximo y Eleuterio.
(ELEUTERIO del adjetivo griego. eleuqerio = "que se comporta como un hombre libre")
Hasta mañana, paz y bien.