Ya no hay expositores de cintas de casete.
Ni siquiera se ven ya ‘cedés’ puestos a la vista del público con los mejores fandangos de Juanito Maravillas, los chistes de Arévalo ni los grandes éxitos de la música pop. Es lógico en estos tiempos en los cuales toda la cultura popular está disponible en los artefactos con wifi, capaces de conectarnos a internet.
Por eso sé que la vieja cinta de Chuck Berry que me llegó el pasado viernes, por el canal más inesperado tiene que ser de tu colección privada. Y, sobre todo el hecho de que me haya llegado tras dolerme de que extrañaba mi vieja cinta de Chuk Berry, que también me fue obsequiada por un amigo. Es uno de los regalos que más he agradecido, junto a un bolígrafo azul y un cuaderno, ambos profusamente usados en las tareas de ir, ver y contar. Cesar dijo que llegó, vio y venció. Y conquistó las Galias, y de paso se creó un notorio grupo de enemigos; yo llegué, vi y conté; no conquisté nada, pero sí creo que hice un buen grupo de amigos en la distancia, como ya quedó escrito en otra ocasión (ver aquí), Querida Alhama Comunicación.
... esa vieja cinta de Chuk Berry es un regalo excepcional y de un gusto exquisito
Y fue en estas tareas de oír, ver y contar lo que vi, o siempre desde mi subjetividad, lo que creí ver, donde coincidimos tú y yo. Tú presentando la exposición fotográfica “Restaurando la máquina del tiempo” (ver aquí), mi hermano Prudencio con la cámara y yo con mis avíos de tomar nota.
Desde entonces nos une la amistad, cimentada, creo, en el respeto mutuo, a mí me gustó esa idea de dejar constancia de la realidad cotidiana de otros tiempos, que poco a poco va desapareciendo y yo, creo que lees alguna de las cosas que escribo y que te gustan.
Por eso, esa vieja cinta de Chuk Berry es un regalo excepcional y de un gusto exquisito. Esa es la razón de que te lo agradezca así. Estoy seguro de que esta carta, o lo que sea, te llegará de algún modo, como me llegó a mí la cinta en el lugar más inesperado.
Desde entonces nos une la amistad, cimentada, creo, en el respeto mutuo, a mí me gustó esa idea de dejar constancia de la realidad cotidiana de otros tiempos, que poco a poco va desapareciendo y yo, creo que lees alguna de las cosas que escribo y que te gustan.
Por eso, esa vieja cinta de Chuk Berry es un regalo excepcional y de un gusto exquisito. Esa es la razón de que te lo agradezca así. Estoy seguro de que esta carta, o lo que sea, te llegará de algún modo, como me llegó a mí la cinta en el lugar más inesperado.
Una visión en la que el respeto a los demás es lo prioritario
Mientras escribo, estoy escuchando la cinta y dejándome envolver por el sonido de los riffs de esa Gibson Les Paul con la que crearía un género musical y una cultura popular que nos ha sido transmitida por él y por cualquier guitarrista que se precie y ahí están las versiones de Jimmy Hendrix o de Javi Castañeda (Javi, me debes una birra) para confirmarlo.
Creo que nos une no sólo el gusto por el viejo rock and roll, compartimos una misma visión de la vida, de la que queremos vivir nosotros y de la que queremos para todo el mundo. Una visión en la que el respeto a los demás es lo prioritario, una visión en la que cabemos todos o, como en la vieja canción de Víctor Manuel, “no cabe ni Dios”.
Expositor de cintas de casette
Creo que nos une no sólo el gusto por el viejo rock and roll, compartimos una misma visión de la vida, de la que queremos vivir nosotros y de la que queremos para todo el mundo. Una visión en la que el respeto a los demás es lo prioritario, una visión en la que cabemos todos o, como en la vieja canción de Víctor Manuel, “no cabe ni Dios”.
Expositor de cintas de casette
Contarte como amigo y como lector es uno de esos regalos inesperados que la vida suele hacer vez en cuando.
Creo ser un tipo sencillo al que bastan pocas cosas para ir por la vida más que satisfecho: Un cuaderno, un bolígrafo, algunos libros, un poco de música. Y amigos con los que poder compartir todo eso.
Un abrazo, Diego. Nos vemos en los bares. O en las tiendas, que también vale.