La noticia, que no sé donde he leído, de que una artista española, Lara Armacegui, participará en la bienal de Venecia con una obra consistente en una montaña de escombros de varias toneladas de peso, me hace reflexionar.
Lo primero que se me vino a la cabeza fue que nada mejor que esas toneladas de escombros, hechas arte, para representar metafóricamente en que ha devenido este mundo occidental al que pertenecemos y que alguna vez tuvo la pretensión de llamarse “Primer mundo".
No es que ese estado de bienestar que alguna vez lleguemos a atisbar esté convirtiéndose en un estado de la ruina, del escombro, del cascajo; es que el sistema por entero es el que hace aguas y está hecho una ruina difícilmente recuperable. Cuando un sistema no es capaz de resolver mínimamente las más básicas necesidades de la gente que lo integra, falla el sistema, no la gente. Escombro es también esa familia desestructurada que pretende ser ejemplo de la ciudadanía española, cuyo padre, también en estado achacoso, ya que no ruinoso, ha decido donar el barco, de nombre Fortuna, al patrimonio nacional. También el barco está en estado ruinoso y únicamente sirve para el desguace; mientras navegaba airoso por esos mares del mundo el gasto desmedido que supone su mantenimiento no parecía importarle a nadie. Lógico, lo pagábamos todo a escote.
Ruinas y escombros los sueños de tanta gente que soñó que tras la muerte del dictador, y la voladura controlada de la dictadura que fue la transición, sería posible convivir en paz, simplemente, vivir en paz, trabajar, trabajar para dejar a los hijos un mundo mejor del que ellos vivieron. Tal vez soñaron por encima de sus posibilidades.
Por todo ello creo que la elección de esas toneladas de escombros son el exponente máximo, no ya de nuestro país sino de casi toda esta Europa, que en algún momento pareció ser un edificio solido en el que cobijarnos todos, pero, por lo que se ve es un edificio con aluminosis que amenaza ruina. Y lo peor es que ahora, ¿Dónde nos vamos?.
No es que ese estado de bienestar que alguna vez lleguemos a atisbar esté convirtiéndose en un estado de la ruina, del escombro, del cascajo; es que el sistema por entero es el que hace aguas y está hecho una ruina difícilmente recuperable. Cuando un sistema no es capaz de resolver mínimamente las más básicas necesidades de la gente que lo integra, falla el sistema, no la gente. Escombro es también esa familia desestructurada que pretende ser ejemplo de la ciudadanía española, cuyo padre, también en estado achacoso, ya que no ruinoso, ha decido donar el barco, de nombre Fortuna, al patrimonio nacional. También el barco está en estado ruinoso y únicamente sirve para el desguace; mientras navegaba airoso por esos mares del mundo el gasto desmedido que supone su mantenimiento no parecía importarle a nadie. Lógico, lo pagábamos todo a escote.
Ruinas y escombros los sueños de tanta gente que soñó que tras la muerte del dictador, y la voladura controlada de la dictadura que fue la transición, sería posible convivir en paz, simplemente, vivir en paz, trabajar, trabajar para dejar a los hijos un mundo mejor del que ellos vivieron. Tal vez soñaron por encima de sus posibilidades.
Por todo ello creo que la elección de esas toneladas de escombros son el exponente máximo, no ya de nuestro país sino de casi toda esta Europa, que en algún momento pareció ser un edificio solido en el que cobijarnos todos, pero, por lo que se ve es un edificio con aluminosis que amenaza ruina. Y lo peor es que ahora, ¿Dónde nos vamos?.