“Tenemos que ganar las elecciones y ganarlas con toda la claridad es nuestra obligación. Tan importante como ha sido iniciar la recuperación económica en nuestro país es ahora ganar por el margen suficiente para evitar dar marcha atrás en esa tarea. “
Así de contundente se mostró Mariano Rajoy ayer mismo, jueves 18 de junio, ante el Comité Ejecutivo Nacional del PP en una intervención en la que continua alardeando de que el gobierno lo ha hecho todo estupendamente: “creo que hemos hecho lo importante, hemos evitado el rescate de la economía española, hemos iniciado un proceso de recuperación económica, le hemos dado la vuelta a la situación. Pero eso, y hay que entenderlo y asumirlo, no es suficiente para quien lo pasa mal y está harto de pasarlo mal durante muchos años seguidos. “
Naturalmente ante el acierto de este análisis de la situación, es decir que el hecho de que los datos oficiales no son suficientes para “quien lo pasa mal y está harto de pasarlo mal durante muchos años seguidos” también palabras textuales de Rajoy, lo lógico, e incluso deseable sería esperar algún cambio significativo en las políticas para paliar la hartura de pasarlo mal. Sin embargo los cambios que se anunciaban en la prensa se han convertido en un leve cambio de ocupantes de sillas y, eso sí, la promesa de que Rajoy volverá a ocuparse del partido.
Ningún cambio en las políticas, porque Rajoy está convencido de que el gobierno lo ha hecho bien, de que la economía marcha bien, de que es posible llegar a veinte millones de empleados en el año 2016 si las cosas siguen así y que lo único que hay que hacer es salir a la calle a hablar con la gente con sencillez y humildad, eso sí, con firme convicción en los ideales, y convencerla de que estamos en el buen camino. Y, dicho queda anteriormente, que la obligación es la de ganar las elecciones. No olvido que esto está dicho ante los miembros de su partido, pero un mínimo de sensibilidad, algún guiño a esa gente que “está harta de pasarlo mal” una mínima esperanza, siquiera eso, esperanza hubiera sido de esperar.
Nada de eso. Mariano recupera el poder del partido, se pondrá a trabajar en contar a la sociedad que lo estamos haciendo bien, que la economía mejora y más que va a mejorar. Evangélicamente podríamos decir que la buena nueva es que el plasma se hará carne y habitará entre los hombres para anunciar que todo sigue igual, que nada va a cambiar porque no hay nada que cambiar y que lo único que hay que hacer es dar cuenta de la bondad del gobierno popular, de las políticas económicas que nos llevan a cimas de riqueza y bienestar nunca vistas antes en nuestra patria.
Los que están hartos de pasarlo mal, continuarán hartándose de pasarlo mal o votando, como medio de castigo, a esa compleja amalgama de nombres en que se agrupa la nueva izquierda que está emergiendo y ha alcanzado cotas de poder municipal y autonómico, y Rajoy seguirá riñendo a su principal oponente, por permitir pactos que les han arrebatado poder.
Mientras, la oposición seguirá en ese viejo deporte tan del gusto de las izquierdas de España consistente en destrozarse entre ellas y dejando que la derecha, una, grande y libre siga señoreando y lo que es peor, haciendo políticas en las cuales” ahora vemos claramente los resultados, pero no vemos los resultados suficientes como para dar satisfacción a tanta gente que lo necesita.” (El evangelio, según Rajoy). Al menos se da cuenta de en el país en el que vive, lo cual me tranquiliza algo, prefiero estar en manos de una persona sin empatía que en las de un incompetente, porque, sabido es, no hay nada más peligroso que el poder en manos de un incompetente.