¡Qué sol más necio!


 Utilizase la expresión en mi pueblo cuando el protagonista, esto es, el sol se muestra terco y porfiado, una de las acepciones de necio y, por tanto hace un calor más que riguroso.

 El calor, o la calor, que de las dos formas se dice por estas tierras es noticia constante en los medios de comunicación, que se hacen eco de la ola de calor, que ya más que ola va pareciendo sunami y que, por más que me incomode, no parece que sea causada por ninguna acción u omisión del gobierno, ni de su presidente, que pueden poner trabas, y las ponen a la energía solar de auto consumo, pero no pueden disponer en los grados con que el Helios de los griegos castiga a los Españoles.

 Menudean los consejos sanitarios para hacer frente a tanto y tan extremo rigor, hablo del calor, no de las políticas sociales del gobierno, y casi todos los consejos se sintetizan en beber mucha agua, estar a la sombra y, sobre todo, no hacer ejercicio físico en las horas de calor más intenso, que suelen ser las de la jornada laboral de las gentes que se ganan el sustento en labores ya de por si duras, sin que medie la afrenta de la necedad de este Sol veraniego. No solían dar consejos de evitar los excesos de la canícula a los segadores que afrontaban el verano hoz en mano, inclinados sobre la tierra, que es madre para muy pocos y madrastra para muchos y sudando la camisa sin otro alivio que el del gazpacho de la merienda, el agua fresca del botijo y el de los cigarrillos que los manijeros tuviesen a bien otorgar “en todos los trabajos se fuma”, se solía decir.

 No sé si hoy se usa esta forma de “echar la fumá” en los tajos, pero creo que no, la última vez que lo hice fue allá por los primeros ochenta desempeñándome como peón caminero. Hoy, por necio que sea el Sol, al que le toca dar el callo en la calle, lo tiene que dar con todas las consecuencias y mirando que el contrato de un mes, quince días o lo que sea, le dure hasta el final, que no están los tiempos para ponerse exquisito en reivindicaciones de condiciones de trabajo dignas. Y, en esto si que tiene algo de culpa la reforma laboral del gobierno del Partido Popular, y su ley mordaza que hacen que ni el recurso al pataleo nos quede ya. Del calor y la necedad del Sol, no tiene culpa Rajoy y estoy por decir que de su propia necedad, (que es terco y porfiado en lo que hace y dice) tampoco, que debe pensar que algo tendrá el agua cuando la bendice y algo tendré yo cuando me votan.

 Pero dejo ya el tema político como preludio a esas vacaciones en el Caribe que nunca me tomaré, entre otras cosas porque al no trabajar tampoco puedo vacacionar, y prosigo con temas ligeros, propios de la estación en la cual el mucho calor hace que la actividad de pensar, por más que sea una actividad poco activa, cueste más trabajo, que es lo que deben pensar los programadores televisivos que por esta fechas meten en los salones de las casas, o el sitio en el cual se tenga el televisor o los televisores programas supuestamente refrescantes, como el NODO que ayer estaba dando una cadena, creo que pública, creo que la dos a eso del mediodía. Es que no les falta un detalle.

 De modo y manera que modestamente yo también quiero contribuir a ese espíritu refrescante que el verano requiere y durante un par de semanas escribiré de temas poco comprometidos como el del gazpacho, del que creo que ya he escrito en su versión más tradicional, pero la aparición de sugerencias como el gazpacho de fresas o los gin tonics exóticos me parecen cuestiones en las cuales el filosofó de lo cotidiano que me gustaría ser, debe reflexionar y dar cuenta de lo reflexionado.

 Cuando pase la ola de calor, volveré a hablar de temas de más preponderancia y significación como esa ley que pretende, prácticamente, que gane quien gane las elecciones, gobierne el PP. Casi.