Francisco, José y Juanito, se llamaban estos “Tiritones”. Vivian en calle “Las Parras”, como me ha recordado María Villarraso Correa, a sus 82 años con una prodigiosa memoria par a su amabilidad.
“Quien bien y generosamente siembra, recoge, comenzando por vivir en nuestros sentimientos para siempre. Sembrad para fructificar buenas cosechas y la eternidad en los corazones de los que siguen caminando por la vida”.
Hay personas que, precisamente por sus peculiaridades, entre las que sobresale la bondad y son, como diría el poeta, buenos en el mejor sentido de la palabra, que nos dejan huella a lo largo de toda nuestra vida. A mí, Francisco, uno de los tres hermanos conocidos por “Los Tiritones”, ya entre los dieciséis y los diecinueve años, me dejó un afecto imborrable, que me llevó a escribirle un relato que tuve la suerte de alcanzar proyección nacional, representando a la provincia de Granada en las finales nacionales de Poesía y Literatura Juvenil que convocaba con carácter anual la llamada Dirección General de Cultura Popular.
Calle Las Parras de Alhama, donde vivían Los Tiritones
Francisco, José y Juanito, se llamaban estos “Tiritones”. Vivian en calle “Las Parras”, como me ha recordado María Villarraso Correa, a sus 82 años con una prodigiosa memoria par a su amabilidad, madre de mis amigos Antonio y Prudencio Gordo. Y como bien me expone, esa fuente de emociones y recuerdos de Alhama que es el bien querido Juan Fernández Montes, al que dediqué una de mis “Cartas Alhameñas” que pueden leerse en este mismo medio de Alhama Comunicación. Eran barberos y tenían su barbería en Calle Portillo Naveros, un local pequeño y al que se accedía subiendo unos escalones. José era el que dirigía y mandaba el negocio y Francisco y Juanito los que le auxiliaban bien en el mismo o yendo por las casas efectuando afeitados y cortes de pelo.
Calle Portillo Naveros, de Alhama
Francisco, al igual que sus hermanos, evidenciaba que no tuvo la suerte de poder ir a la escuela durante mucho tiempo, cuando niño o en los primeros años de joven. Ahora bien, aprendió a leer bien y le gustaba la lectura. Era un conversador excepcional y, sobre todo, un poeta del abstracto pero con una entonación muy personal y atrayente. Rondaría los sesenta años cuando, Manolo Quesada González y yo, entre otros, charlábamos con él. Tendría yo unos dieciséis años cuando comenzó esta sana amistad y muchas de las noches que estaba en Alhama, pasábamos unas horas bien paseándonos o sentados en el extremo derecho del fondo del paseo, pegando a la misma pared del Castillo.
• No, no estaba loco, ni desquiciado, era su poesía propia a la par que se mostraba como un narrador con fuerza de algunas historias y vivencias alhameñas
Era amenísimo y a la par curioso, “…pequeño, menudo, con una barba corta muy blanca, la cabeza calva y brillante como un buen apóstol. Solía llevar una chaqueta muy usada, pasada de moda, parduzca y sucia, cuyos faldones tenía entre abierto a ambos lados” y siempre con una sombrero que a veces utilizaba para expresarse cuando recitaba sus poemas preferidos, el de “La noche era estrellada y que sin embargo llovía”, siguiendo con el de “Infinidad de seres muertos volaban por las aguas de un arroyo seco”. No, no estaba loco, ni desquiciado, era su poesía propia a la par que se mostraba como un narrador con fuerza de algunas historias y vivencias alhameñas.
La vista de los tajos de Alhama desde la calle Portillo Naveros
Fueron pasando unos cuantos años y nuestra amistad fue sincera y grata, hasta el punto que sabiendo que le gusta la picadura de tabaco para liarse unos finos cigarrillos, le llevaba casi siempre un paquete, que me agradecía muy efusivamente y me ofrecía uno de sus cigarrillos, lo que no aceptaba simple y llanamente porque yo no fumaba cigarrillos. En toda mi vida jamás he comprado un paquete de tabaco para mí, salvo una Nochevieja, que adquirí un paquete de “Carabelas”, cigarrillos mentolados, que nos fumamos esa noche mi inolvidable amigo Paco Pérez, Francisco de Paula Pérez Morales, ambos enamorados de unas chiquillas que eran muy amigas entre sí y que nos dieron calabazas a cada uno por su parte.
La vista de los tajos de Alhama desde la calle Portillo Naveros
Fueron pasando unos cuantos años y nuestra amistad fue sincera y grata, hasta el punto que sabiendo que le gusta la picadura de tabaco para liarse unos finos cigarrillos, le llevaba casi siempre un paquete, que me agradecía muy efusivamente y me ofrecía uno de sus cigarrillos, lo que no aceptaba simple y llanamente porque yo no fumaba cigarrillos. En toda mi vida jamás he comprado un paquete de tabaco para mí, salvo una Nochevieja, que adquirí un paquete de “Carabelas”, cigarrillos mentolados, que nos fumamos esa noche mi inolvidable amigo Paco Pérez, Francisco de Paula Pérez Morales, ambos enamorados de unas chiquillas que eran muy amigas entre sí y que nos dieron calabazas a cada uno por su parte.
El paseo del Cisno a principios de los años de 1960
Uno de los días que volví a Alhama y al paseo, al preguntar por Francisco, Manolo me dijo que había muerto hacía unas semanas. Me entristeció la noticia, yo tenía 19 años y, ya escribía sobre todo cosas y noticias de Alhama, tanto en “Ideal” como en “Patria”, además de en nuestros programas de feria que había convertido en la revista “La Comarca”. Y lo tuve muy presente en aquella primera conferencia que pronuncié sobre “Alhama, Histórica”, el 25 de febrero de 1967, en el salón de actos del ayuntamiento.
Entonces decidí escribir un relato para hablar de él y le puse “El Tío Tiritones”. Narración que presente a las finales de Granada de Poesía y Literatura de la indicada Dirección General y consiguió ser la ganadora y el derecho de que representase a la provincia de Granada en las finales nacionales, en Madrid. En medio de todo esto mi entrañable maestro y amigo Manuel Vinuesa Jiménez del Barco, me pidió y dispuso que se publicase el relato, ya que se había hecho público en Granada y no había porqué mantenerlo inédito hasta que terminase la última fase nacional.
• ... fui a la barbería a pedirles permiso... Como pensé y me temía, me dijeron que no lo admitían y que de ninguna forma se publicase el apodo...En la ventana del primer plano se ve aún como antes había una puerta, ahí estaba la barbería de los Tiritones en Portillo Naveros
Entonces, pensé que probablemente no les gustase a “Los Tiritones” que se publicase su apodo y la forma en que recordaba y homenajeaba a su hermano Francisco. Y fui a la barbería, donde estaban José y Juanito, a pedirles permiso para ello. Como pensé y me temía, me dijeron que no lo admitían y que de ninguna forma se publicase el apodo por el que los conocía toda Alhama. La verdad, es que los apodos pueden o no gustarle a uno, pero hay que respetar el criterio al respecto y fue cuando entonces, para publicarlo cambie “Tiritones” por “Karitones”.
María del Mar Gálvez, con Antonio López 'El Viñero', en la recopilación de apodos en Alhama Comunicación
En definitiva, mi joven y dinámica amiga María del Mar Gálvez Morales, que ayudó a nuestro inolvidable Antonio López “El Viñero”, en su recopilación de los apodos de Alhama, en la documentación que posee, como le ha sido posible me ha acercado al significado de este apodo. Desafortunadamente, no se ha concluido esta obra de recopilación que pienso que Alhama debe llevar a cabo de algún modo por su interés y porque la labor de Antonio en esta tarea fue realmente ejemplar, empujada constantemente por Alhama Comunicación, Juan Cabezas y Antonio Arenas, entre otros. El significado de referido apodo puede ser: “Porque padre o hasta abuelo, el primer “Tiritones”, estuviese constantemente, en los días fríos de invierno, manifestando que hacía muy baja temperatura, no dejando de decir que tiritaba, lo que además sería bien cierto”.
Esta publicación del indicado relato apareció ya con la denominación de “EL TÍO KARITONES” y fue dedicada a mi buen amigo desde nuestra misma niñez Francisco López Castillo, a quien todos conocíamos por Paco del Molino, lugar donde tantas y tantas tardes de mi niñez pasé con tan buenos amigos, comenzando por él –“Alhameño del Año en 2010” por unanimidad reconociéndole toda una vida de alhameño de pro por allí donde ha pasado, profesor de la Universidad de Córdoba y en la actualidad reelegido decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Córdoba.
- También te puedes descargar este relato en PDF, pulsando aquí.
Fotos actuales: Pablo Ruiz Becerra.