El pasado sábado, 9 de abril de 2022, la ciudad de Alhama, su alcalde y corporación municipal representándola, numeroso público llenando el salón de actos -como bien ha informado una vez más otro muy buen periodista alhameño que es Antonio Arenas Maestre, tanto en el diario “Ideal” como en “Alhama Comunicación”- hacían entrega del título de Hijo Predilecto y de la Medalla de Oro de la Ciudad, a esa gran persona y singular periodista alhameño que todos conocemos y queremos por Antonio Ramos, Antonio Ramos Espejo, para diferenciarlo de su tío abuelo que también hizo historia, entre otras cosas llevando el cine a Las Filipinas y a China a finales del siglo XIX y principios del XX, y del que también nosotros nos sentimos orgullosos.
Hoy, en nuestra sección de “Volviendo al ayer”, publicamos concretamente las palabras que escribimos para este día histórico para Antonio y para Alhama, aparte de las pronunciadas.
“¡Ay de Muley Hacén en la Alhambra!
Ayes sonaron en las mezquitas, en las alcobas
y campos de batalla. Alhama se perdía. Alhama
en vida, dejaba de ser musulmana para vestirse
de cristiana con ropaje de seda. Aunque en ella
la queja le siga imborrable, como el “¡Ay!" del moro”.
QUERIDO Y APRECIADO ANTONIO:
No sé los cientos de veces que he tenido el honor, el gusto o la obligación de hacer uso de la palabra en este solar y, sobre todo, en sus salones de actos, desde mis primeros premios del Certamen Literario, años 1965-1966, y luego desde su misma nueva reconstrucción de 1993, con conferencias, charlas, actividades del Patronato y otras entidades y compromisos alhameños.
Ahora bien, no sólo sé, si no que siento en lo más hondo de mí corazón, que esta ocasión es una de las más emotivas, y mirad que a lo largo de casi 56-57 años las habido, y no pocas, queridas e imborrables.
El paso de los años y las circunstancias de cada tiempo y momento se imponen y, parece ser, que el destino hace que todo vaya encausándose en nuestro existir. Por ello hoy es un día, más que esperado, soñado porque se hace justicia a un alhameño excepcional.
Pretender recoger en una exposición como la debida en este acto, la vida y obra de Antonio Ramos Espejo, más aún ante cuantos nos encontramos aquí, es de verdaderos ineptos, de esos que rayan el atrevimiento con la inoportunidad.
Periodista ante todo y, sobre todo, escritor, poeta, profesor universitario, investigador. Andaluz que veló sus armas y se batió el cobre por el periodismo y esta tierra en todo su conjunto y muy especialmente desde Málaga, Granada, Córdoba, Sevilla, escribiendo y dirigiendo, y toda España comenzando por sus crónicas y reportajes en la comprometedora revista “Triunfo”. Todos sabemos de su inigualable labor y entrega de más de cincuenta años.
En palabras de quien fue decano de la Facultad de Comunicación Hispalense, Francisco Sierra, recordando muy especialmente lo que dijo Cervantes “de que cada uno es hijo de sus obras”, la trayectoria de Antonio tiene que ser calificada y lo es de extraordinaria, prolífica, honesta, rigurosa, a la par que diversa y rica en ideas y testimonios. Una voz, en definitiva, necesaria e inconfundible en el periodismo y la historia cultural y política de Andalucía”.
Como testigo de excepción, partícipe y beneficiario en ello, creo que debo dirigir mis palabras a su alhameñismo bastante desconocido, dentro de tan amplia y rica trayectoria y vida sobresaliente en proyectos y realizaciones. Y, más concretamente, a dar a conocer casi 56 años después, el primer artículo que publicó, precisamente en ésta nuestra Alhama. Siendo uno de los últimos el publicado en la revista del Patronato dedicado al entrañable Paco Martín-Morales: “Martín-Morales: ¿Cuándo iremos a Alhama?”.
Aquellos inicios de 1966, profundizamos en nuestra amistad, de algún modo siempre me sentí vinculado -sobre todo, querido- por esta familia, uno de mis grandes amigos desde la niñez es su hermano Miguel, nuestro Michel. Antonio, que ya a los ocho años se encontraba ingresado en el colegio malagueño de los jesuitas de El Palo y a los diez en el colegio de los dominicos de Almagro, tras realizar el Bachillerato, algún año después, lo dejo con idea de estudiar Filosofía y Letras, comenzando a hacerse ver más por su casa, en la Calle Guillen, y, por lo tanto, por Alhama.
Pronto congeniamos y compartimos nuestras inquietudes culturales y, sobre todo, las literarias. El Domingo de Resurrección, junto con varios amigos y amigas, todos entrañables y queridos, estrenamos él un sainete y yo un drama, demostrando él unas cualidades interpretativas nada comunes y constituyendo todo un éxito. La finalidad de las representaciones se había comentado que era recaudar dinero para la tuna que dirigía el bueno de Federico Ramos “El Línea”, pero resultó que, en pleno franquismo, votamos todos democráticamente sobre el destino del taquillaje obtenido y resultó que salió, por abrumadora mayoría, que se emplearían en una gran merienda-cena para toda la compañía, la que se extendería hasta altas horas de la madrugada.
Tras aquello volvimos a las tareas cotidianas de cada uno y él y yo seguimos carteándonos y, de tiempo en tiempo, viéndonos en Alhama. Fue en aquel mes de julio cuando le hablé de que, le había conseguido a Antonio Pastor, presidente de la Comisión de Fiestas, que el programa de Feria de Septiembre fuese el primer número de una revista que se iba a denominar “La Comarca” y, lógicamente, teníamos que conseguir artículos para la misma y, por lo tanto él, que ya escribía un que otro poema realmente bueno, tenía que efectuar una colaboración.
Así lo hizo y en los primeros días de agosto de 1966 me entregó el primer artículo suyo que se iba a publicar en un “medio” de comunicación.
Su título era y es para siempre: “Alhama… Desde lejos… y a solas”. El que tiene el sabor de esa buena literatura que, desde el periodismo, no muere jamás, ni se hace viejo, como decimos los periodistas en el sentido de que no hay cosa más añeja que el periódico del día anterior. Artículo del que hoy me valgo para engarzarlo con la Alhama que siempre quiso.
Sí, Antonio, mientras lo moderno no tomaba la quietud de esas alas desplegadas de tajo a tajo, mientras Alhama aún conservaba la fisonomía que antaño otros conocieron, tú y yo, como otros tantos amigos y jóvenes, soñábamos con nuestras actividades culturales, y no parábamos en nuestras charlas y tertulias de horas, sólo interrumpidas alguna noche de verano cuando mayores te requerían para completar pareja y jugar al dominó en La Terraza, mientras todos los demás mirábamos y un que otro mirón se llevó un bofetón por descubrir alguna ficha del jugador que no las llevaba todas consigo, y tú te imponías y afeabas el comportamiento siempre con ese ser innato tuyo de defender a los más débiles e ir contra toda injusticia sea del calibre que sea.
Tampoco había hecho mella la construcción moderna, ni el pestilente humo de instalaciones industriales, el pesado camino de los burros, que subían y bajaban la harina o el trigo, que ya era viejo, gastado, pero entonces seguían casi la totalidad de los molinos, nosotros comenzábamos un Festival de la Canción para Alhama, y de la improvisación de aquella primera edición, que resultó un éxito más por la voluntad de los intérpretes y músicos que por la voz de los cantantes, salvo excepciones, pasamos a varias ediciones en las que fuiste esencial intercambiando reportajes periodísticos a artistas actuantes en la internacional Torremolinos, que como redactor cubrías, por actuar como fines de fiestas en Alhama. Y, en tantas ocasiones, el lugar de estancia y atención a éstos era tu misma casa y hasta tuviste en más de una ocasión que facilitar corbata y zapatos al bueno, pero muy despistado, de nuestro amigo José Luis Navas, cuando conseguimos que éste y Mari Tere Campos vinieran de presentadores, sin cobrar un duro, en tantas ediciones, o lo hiciese Manuel de Lucas, o la bellísima actriz italiana Sandra Nilo, que tuvo tu casa por camerino.
La siembra, querido Antonio, era gozo e intriga, pues la tierra como decías no es fiel a la esperanza de hombres tallados en el duro martilleo de la labranza, dándose los que llegaban a besar su erial, mientras que otros se alejaban y abandonaban. Cuánto te influyó todo esto, creo que fue la base y esencia de reportajes y libros que en todo momento han hablado de tu percepción de lo estéril, lo injusto, el abuso y lo has derrotado en tantas y hasta dramáticas ocasiones a pesar de los pesares de los poderosos e intransigentes de cada momento.
Seguimos con nuestras actividades culturales a favor de Alhama, aquella I Exposición Poética, abriendo el año 1968, que visitó toda Alhama y que contó con la expresión de nuestros poemas por medio del reconocido pintor Paco Moreno, entrañable amigo de nuestra redacción de Málaga, que efectuó más de veinte cuadros interpretando cada uno de nuestros poemas altruistamente. Eso sí, rara era el mes o la semana que no le hacíamos un buen comentario o un reportaje en las páginas de Málaga y en la tuya de contraportada de Torremolinos, la que era todo un lujo.
Como eran un lujo tus reportajes de dos páginas, en las que entonces tanto cogía, dedicados a “Andalucía paso a paso,… pueblo a pueblo”, al que creo que le pusiste lo de Andalucía, ya que siempre tenían que ser pueblos malagueños, para poder dedicar uno a Alhama, como así sucedió el del domingo 26 de mayo de 1968: “Alhama, la Suspirada”, al que pertenecen las primeras palabras que he pronunciado.
Al enero siguiente nuestro salto al “Gran Teatro Cinema Pérez”, con dos funciones teatrales, en las que nuestras obras “Made in Alhama” y “Retorno a la vida”, constituyeron todo un éxito, por tu interpretación de la mía y por atravesar todo el escenario como de tapadillo, sin darse cuenta que estaba una de las obras en sublime desarrollo, nuestro amigo Alfonso Pinos. Después, la gira teatral comarcal representando en nuestras queridas Santa Cruz del Comercio y Zafarraya.
Y entre todo esto, nuestro trabajo en “Sol de España” y las noches que echamos juntos de fin de semana en tu apartamento cuando no me venía para acá. Siempre, siempre, promocionando a Alhama, hablando de ella y queriendo lo mejor para la misma, cuando ésta ya no vivía sus mejores años.
Su mujer y su hija, ambas Carmen, junto al alcalde de Alhama y a un servidor
Siempre la defendiste como la quisiste, al igual que ahora, no olvidaré jamás -poniendo dos ejemplos a lo largo del tiempo- tu participación como miembro fundador del Patronato, en 1973, ni cuando, siendo ambos jurados de los Premios Andalucía de Periodismo, en la primera década de este siglo, le pedimos al todo poderoso consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, que queríamos almorzar junto a él para plantearle un asunto urgente: la injusticia que se estaba cometiendo con Radio Alhama, que una vez más, se hacía con la plaza la Ser granadina. Fue tal la presión que efectuamos que citó al director de esta emisora y le dijo que tenía que llegar a un acuerdo y que Alhama contase con emisora. El contumaz aprovechado, a este consejero también lo toreo y creo que le sacó las dos orejas, lo del rabo no lo sé. Tú y yo hicimos lo que pudimos, pero sin conseguir ni siquiera una vuelta sin oreja.
Antonio has sido y serás siempre con tu obra, trayectoria y vida hombre de luz, abriendo caminos y senderos para todos, iluminando oscuridades y profundizando en la dignidad de las personas. Y déjame que cuente, volviendo a reírnos cuantos lo sabemos, dejando huella también aquí de tu buen carácter y alto sentido del humor, que nada tiene ello que ver con el “Hombre de la luz”: Buscando la figura del “zángano”, un hombre que seducía a mujeres, Antonio se plantó en Cortijo Nuevo, una aldea de la jienense Huesa, nada más que verle la gente, fueron muchísimos los que le abordaron preguntándole: “Es usted el hombre de la luz” y él respondió algo atosigado por qué le hacían esa pregunta, pronto lo comprendió cuando le contestaron: “porque llevamos años esperando a los operadores de la Compañía Sevillana de Electricidad”, y así fue cuando buscando un reportaje imposible encontró otro inverosímil que consiguió, gracias a él, a la repercusión regional y nacional de su reportaje, que aquellas humildes gentes muy pronto tuviesen el anhelado fluido eléctrico en sus casas. Periodismo puro y, en este caso, gratificante.
Antonio recibió el afecto de familiares y amigos
Permitirme que de un apunte sobre un hecho difícil que se haya dado en cualquier otro lugar. Resulta que cuantos Hijos Predilectos ha tenido Alhama, cuatro, han nacido en la misma calle de la ciudad, la de Enciso y, más aún, dos en la misma casa y quizás habitación del número 19 y los otros dos en la misma casa, habitación y cama de la casa de enfrente, la del número 18.
Sí, Antonio, desde hace años, también desde lejos, y a solas... vemos el brillo de los sueños de Alhama clavados entre luces temblorosas, y como el canto de algunos ruiseñores, rio abajo, sigue a los suspiros de nuestro amado pueblo dándoles escolta, pero es que en la quietud de las divinas alas invisibles desplegadas de tajo a tajo no dejan de saludarnos con la mejor emoción tus magníficos padres y tus queridos hermanos Esperanza, Aniceto, Pepe, Paco Manrique y la benjamín Rita, bajando de tiempo en tiempo desde la mismísima Eternidad.
Vuelvo, en este tu día alhameño, a reiterar la pregunta que te hacías en aquel tiempo:
“¿Hay quien pueda recoger -los suspiros- en hilván de siglos y tornar estas zozobras?”
Antonio, seguimos sin saberlo, y así continuaremos, al menos tú, yo y tantos más.
Estemos donde estemos y como estemos, pasarán los años y los tiempos, y seguiremos aquí mediante nuestras cartas y escritos de amor a esta bellísima tierra que nos vio nacer y por la que tú, en todo momento y circunstancia, evidenciaste tu orgullo por pertenecer a ella y tu noble disposición a engrandecerla.