Entrevista: Antonio Ramos Espejo, periodista andaluz



 “Ser de Alhama te aporta desde niño una sensibilidad especial y la inquietud por conocer la historia de un pueblo que es una síntesis de culturas”.
 


 Noviembre 2000.-  Si hay un periodista con marchamo andaluz ése es Antonio Ramos Espejo (Alhama de Granada, 21 de diciembre de 1943). Estudios y trabajo le alejaron de su pueblo natal para convertirlo en portavoz de marginados y olvidados como demuestran sus muchos reportajes publicados en múltiples revistas y diarios o sus numerosos libros sobre emigrantes andaluces y figuras muy vinculadas con Granada: del poeta García Lorca ha escrito tres libros y sobre el hispanista Gerald Brenan realizó en 1998 su tesis doctoral con la que fue Premio Extraordinario de la Universidad de Sevilla. Así mismo, ha demostrado su capacidad para coordinar equipos humanos en su etapa como director del Diario de Granada, Diario Córdoba y, hasta febrero de 2000, El Correo de Andalucía. En la actualidad compagina su labor docente con el de director de Relaciones Institucionales de los periódicos locales del Grupo Prisa en Andalucía. El lunes, 18 de diciembre, este maestro del reporterismo presentó en el Centro Artístico de Granada, su último libro “Más lloraron los reyes andaluces” publicado por el Centro Andaluz del Libro, con el que acomete una vuelta a sus orígenes con reportajes sobre exilio y exiliados.

- ¿Qué se considera más escritor o periodista?
-Por encima de todo, periodista. Me parece que la calificación de escritor es tan amplia, que prefiero quedarme con el periodismo. Los periodistas escribimos y de muy diversas maneras. Si cultivamos la crónica amplia, la crónica histórica o el gran reportaje, escribimos siempre en una frontera difusa que, sin perder de vista el periodismo, se acerca lo mismo a la literatura, a la antropología, a la historia o a la sociología, por ejemplo. A mí, personalmente, que soy fundamentalmente reportero, me gusta estar en esa zona.



- ¿Existe un periodismo andaluz?

Te digo como David Randall, el autor de "El periodista universal" que no hay periodismo ideológico, político, nacional o internacional, hay buen periodismo y un mal periodismo. Ahora bien, a mí, me ha tocado ejercer la profesión en un determinado lugar, que es Andalucía -Granada, Málaga, Córdoba, Sevilla...- y en una época en la que los periodistas teníamos la obligación de apostar por la dictadura o por la democracia, por la sumisión o la rebeldía, por “el café para todo”s o la defensa de Andalucía, que es donde vives con tu gente. Y ahí sí ha habido no un periodismo andaluz, que podría abarcar muchos polos opuestos, sino unos periodistas que apostaron y que siguieron el ejemplo de periodistas o escritores que llegaban de fuera, como Azorín, Blasco Ibáñez; luego los extranjeros como Brenan o Gibson; o los Goytisolo, Cómín, etc., que nos fueron enseñando caminos, provocando positivamente, para que nosotros siguiéramos esas vías ya abiertas

- ¿Cómo surgió “Más lloraron los reyes andaluces”?
-Cayeron en mis manos unas fotos de Blasco Infante, fotografiado con los descendientes de los reyes Almutamid y Boabdil, en 1924. Como reportero no podía dejar esa oportunidad, así es que cogí mi Dyane 6 y me fue a Marruecos. Con los resultados de esos primeros contactos publiqué reportajes en IDEAL y en Triunfo. Después seguí enganchado a unos personajes que haces tuyos y te sigues interesando, bien con el libro de poemas de Almutamid, en la edición de Miguel José Hagerty; o con las “Crónicas granadinas” de Carlos Cano, que siempre ha planeado sobre esta obra hasta el último momento. Más tarde, surgió la idea de hacer guiones de televisión con este material, hasta que me decidí a convertirlo en una obra de testimonio histórico. La gestación ha sido tan larga que he tenido tiempo para incluir el fenómeno de las pateras como punto de actualidad. De hecho el título me surgió al oír llorar, por la radio, a los familiares de unos de esos trágicos sucesos del Estrecho. Entonces pensé "Más lloraron los reyes andaluces"

- ¿Le ha influido el hecho de ser de Alhama?
-El hecho de ser de Alhama, te aporta desde niño una sensibilidad especial y la inquietud por conocer la historia de un pueblo que es una síntesis de culturas. Y sobre todo, las ganas de descifrar ese misterio que le hizo llorar a Muley Hacem en el histórico romance "¡Ay de mi Alhama...!". Los que somos de allí sabemos la nostalgia que da alejarse de sus gentes y de sus paisajes, que tuvieron también a Boabdil por su rey.



- ¿Qué pretende aportar su último libro? ¿A qué público va dirigido?

-Hay un hilo conductor, tanto en crónica de recreación histórica, como en la cronología complementaria, que es la lucha por la pertenencia a un lugar en el mundo, que en nuestro caso es Andalucía, y los vaivenes del destino. Subyace en este hilo conductor un compromiso, un deseo de supervivencia contra la intolerancia y la violencia, la aspiración de alcanzar de nuevo las raíces o de recobrar una tierra donde real o utópicamente, es posible reconstruir un clima de convivencia como señalan Blas Infante, Amin Maalouf o Juan Goytisolo, que tienden puentes de solidaridad y esperanza.

- ¿Qué figuras históricas desfilan por sus páginas?
Me he acercado a personajes que existen, que han vivido en nuestra tierra y que, en algunos casos, han sido maltratados por la historia que se ha escrito al margen de Andalucía. En Agmat se encuentra dos reyes andaluces: Almutamid, rey de Sevilla, y Abd Allah, rey de Granada; ambos vencidos por los almorávides. En el lugar del destierro, de testamento, lo único que le queda de su reino, Almutamid nos deja un libro de poemas; y el rey de Granada, nos ha legado sus memorias. Curioso, que dos reyes coincidan y que, además, sean cultos. Está también la gran reina andaluza, Rumaykiyya. Y tenemos a Boabdil y los personajes que lo rodean, Moraima de Loja, su esposa, y Aixa, su madre. Traicionado por los Reyes Católicos, el Rey Chico se ve obligado a exiliarse a Fez, donde cuenta la historia, o quizá la leyenda, que murió, ya anciano de barba blanca, dirigiendo una de la falanges de la vanguardia del rey de Fez contra el rey de Marruecos. Y están los grandes sabios de Córdoba, Averroes y Maimónides, victimas del fundamentalismo religioso, que también cruzan las aguas del Estrecho. De todos estos personajes, sólo pudo volver Averrores, pero muerto; su cadáver, a lomos de una mula -en un costado iba su cuerpo y en el otro, como contrapeso, sus libros- llegó a Córdoba.

- ¿Cómo se puede viajar en “las pateras de la Historia”?
-Nosotros con la imaginación, navegando en sueños; en cambio, los protagonistas reales, atravesando las mismas aguas entre las dos orillas, en un vaivén que aún no cesa, como si unos a otros se transmitieran el testigo envenenado de la muerte o el testigo liberador de la vida.

- ¿Por qué mete en el mismo libro a estos sabios y monarcas e inmigrantes que arriesgan su vida por llegar a la rica Europa?
-Porque ellos, como los sabios de Córdoba, Averroes y Maimónides, se fueron expulsados sin posibilidad de retorno; para los africanos que se embarcan en esta aventura, hay un riesgo de muerte y, a la vez, la posibilidad de una liberación. Ha sido, como he comentado antes, una confluencia de la historia y de la actualidad en un mismo escenario. Yo no he pretendido hacer un libro sobre las pateras, aunque me hubiera gustado; pero no podía olvidar que por el mismo mar que hemos cruzado para buscar nuestras raíces históricas, el mar que cruzaron nuestros reyes, nuestros sabios, se han convertido en un mar de la muerte. Ahí es donde se mezcla la crónica histórica y la crónica periodística de actualidad; ahí es donde uno no se conforma con rememorar las historias del pasado, y da un paso más, de compromiso, de sensibilidad, de reflexión, sobre esta historia que vuelve a escribirse en un escenario cercano a todos nosotros.

- ¿No le parecen excesivas tres páginas de agradecimientos?
-Bueno, porque es de bien nacidos... Hay gente que me ha ayudado, desde, por ejemplo mi director en IDEALl, Melchor Saiz Pardo, o mi director de Triunfo, José Ángel Ezcurra, que me ayudaron a ser reportero, hasta compañeros, amigos, paisanos, que me han aportado datos, fotografías, traducciones o han tenido la paciencia de leer los primeros trabajos; o a la asociación Andalucía Ahora, que preside José María Rosales, que ha impulsado esta publicación...

- ¿Por qué ha tardado tanto tiempo, más de dos décadas, en publicarlo?
-He tenido muchos temas y personajes en hibernación. Han ido creciendo hasta que salen ya bien amamantados. Eso te produce, me imagino que como en los partos, alegría y dolor. Por ejemplo, durante muchos años he convivido con personajes lorquianos, hasta que los he ido soltando. Igual me ha ocurrido con estos reyes. Ya son libres.

- Y después de este libro ¿qué?
-Sigo con personajes en hibernación. Pero ahora estoy ocupado en preparar la edición de mi tesis sobre Gerald Brenan, que es una obra muy amplia y diversa, en la que he estado metido como periodista e investigador. Estoy a punto de entregar un libro sobre "Aproximación al periodismo local"; y tengo en cola otra serie de proyectos, entre ellos un libro homenaje a Antonio Lozano, un gitano de bandera, que comparto con Carlos Cano, que pronto recobrará fuerzas para seguir con la energía que él sabe transmitir a su gente.