El fallecimiento se produjo el pasado 23 de agosto en Málaga e incinerado en Almuñécar, sus cenizas ya forman parte de la tierra que le vio nacer. Este alhameño había desarrollado su actividad profesional en diferentes poblaciones principalemente en la provincia de Málaga, y había sido distinguido con la Medalla al Mérito Agrícola.
A León Felipe García Maldonado (1937/2013)
"Así hoy, con enorme dolor, sintiendo en lo más hondo de mi corazón al hermano que en su juventud hizo también las veces para mí, su hermano menor, de padre..."
¡Qué verdad es, como casi cuanto expresan la mayoría de los dichos populares, que algo se muere en uno cuando un ser querido toma el camino que lleva a la Otra Orilla¡ Es indudable que ante todo somos memoria. Memoria que mantiene a lo largo de nuestra vida los sentimientos y vivencias que han ido conformando nuestra existencia en cada instante o en todo su conjunto. Llegado el momento de las definitivas despedidas, brotan de ella como manantiales emocionales, unas veces con la delicadeza del sosegado río y otras con la fuerza del caudaloso, aquellos hechos y recuerdos que se compartieron, en tantos casos encontrándose muchos en lo más esencial de todo nuestro humano y espiritual transcurrir. Vivencias intensas y zahondas, llenas de afectos con los demás y cargadas de ilusiones y anhelos. Sólo truncados estos últimos cuando el sino del tiempo, amparando persistentes enfermedades, se impone sin dar la más mínima tregua.
Durante siete largos años, completamente lucido hasta los últimos días, quien desde su primeros años destacó por su inteligencia, tan sólo par a su dinamismo, mi hermano León Felipe, ha soportado el tremendo dolor de la enfermedad que, en vez de decrecer, se alía con más y más afecciones no dando cesación alguna a favor de la soñada recuperación. En el deslizarse de este tiempo, como desde que era joven, ha quedado en evidencia el alto sentido de la dignidad humana y espiritual que le distinguió, especialmente ante las adversidades e injusticias, procediesen de donde procediesen y fueran contra quien fueran.
Casi aún niño, en ese año y pico en el que se nos trata como tales pero ya entramos en la juventud, con una desatada impaciencia evidenció su rebeldía en aquel tiempo y sociedad de los años cincuenta, dándose de frente con el cumplimiento del orden establecido sin preguntar. Él resultó no sólo preguntón, sino también respondón a los inadmisibles silencios que recibía como respuesta. Cuando se es líder no siempre se acierta y, menos aún, a esa temprana edad, pero es evidente que supone un claro aldabonazo para todos y, más aún, para los que, por cobardía, callan. Siempre, siempre, fue activo combatiente contra los abusos por parte de los poderes establecidos.
La prematura muerte de nuestro padre, centró a León Felipe de la noche a la mañana, con tres hermanos menores que él, en la responsabilidad familiar. Al poco tiempo, hubo de hacer el servicio militar a Canarias, y a la primera oportunidad le tocó ir a la oculta “guerra” de Sidi Ifni. Respondió como debía en el Ejército y pronto tuvo los ascensos a los que podía aspirar. Y, sobre todo, el aprecio y respeto de a quienes se les había trasladado la “tarjeta de observancia especial por sus ideas propias y las de su padre”, facilitada por el servicio político-militar competente. Aquel mismo joven oficial al que “los guerrilleros” marroquíes le habían dejado ciego, introduciéndole sus estrellas por los ojos, pidió que fuera León Felipe quien le acompañara en su triste retorno a la Península.
Después, años de estudio ya en profundidad y sin descanso, el que las circunstancias no se lo propiciaban, en algún momento muy injustamente. Oposiciones brillantes e ingreso en Extensión Agraria. Desde niño le atrajo y encantó la Agricultura, lo que hizo que admirara a los árabes que la elevaron como práctica y como ciencia. Aunando ambos sentidos, se dedicó de lleno a ella. Destinos en Andujar, Atarfe y la Alpujarra granadina, especialmente en estas últimas tierras, desde Ugíjar, puso bien patente su preparación, valía y entrega para la labor renovadora que tenía que emprenderse en el campo español en cada uno de sus rincones. Fue jefe de Extensión Agraria, quizás el más joven en aquellos años, distinguido con la Medalla al Mérito Agrícola, cuando aún le faltaba para alcanzar los treinta años.
Finalizando los años sesenta, su traslado, a petición propia, a la provincia de Málaga, a la Axarquía y concretamente a la zona de Torrox. Ahí está su gran labor de más de treinta años. En estos días de su partida me decían dos destacados ex-alcaldes de este querido pueblo, que el mismo y gran parte de la Axaquía no saben bien cuanto le debían por la profunda transformación que hizo posible en la agricultura de esta zona, con entrega y constancia, superando muchas dificultades y no pocos trasnochados conceptos y posturas.
Incansable amigo del saber, interesado por los temas culturales por nacimiento y vocación, tenía muy claros conceptos sobre elevadas cosas, pero sobre todo sobre la auténtica dignidad de las personas. Así, cuando hace unos años en un pleito intervino por la otra parte alguien sin escrúpulos, capaz de violar la sagrada confianza que tenemos los letrados a la hora de consultar el correspondiente expediente, manipulándolo para ocultar su grave negligencia, ante mi estado de indignación total ante lo que le habíamos descubierto y difícilmente podíamos probar, sólo me dijo, a pesar de que le suponía una grave e injusto daño: “Sólo siento que ese individuo no ha perdido ni siquiera su dignidad como persona, ya que sé muy bien que, si es que alguna vez la tuvo, ni los suyos lo recuerdan”.
Así hoy, con enorme dolor -¡y se cree uno que con el paso de los años está preparado para esto!-, sintiendo en lo más hondo de mi corazón al hermano que en su juventud hizo también las veces para mí, su hermano menor, de padre, con el cariño de siempre a Nati, su mujer, y a mis sobrinos María José, León Felipe, Luis Javier, Andrés y Juan Manuel, le dedico, con el mayor orgullo, estas breves líneas de lo mucho que puedo escribir de su fecunda vida, llena de entregas y generosidad, del amor y cariño que nos dio a lo largo de toda su vida y, sobre todo, de su alto y ejemplar sentido de lo que debe y tiene que ser el respeto a la dignidad de las personas, de todas las personas.
Ya reposa en su tierra de nuestra querida Alhama y, de alguna forma, en lo mejor de nuestros corazones, ha comenzado su Eternidad.
Andrés García Maldonado, tu hermano.