Sentida exaltación de Carmen Lina Palacios a la Virgen



“Hoy le pido le pido a Nuestra Madre que poquito a poco podamos recuperar nuestra vida como era antes y poder darnos ese abrazo que tanto nos conforta”.

 Carmen Lina Palacios, el pasado viernes, pronuncio una sentida y emotiva Exaltación a Nuestra Señora la Virgen de las Angustias, como es tradicional en la iglesia del Carmen y presentada por Andrés García Maldonado con actuación posterior extraordinaria de la banda de música de la Escuela de Música de Alhama, bajo la dirección de Rafael Molinero, y asistiendo un numeroso público que llenaba los bancos de templo.

 Especialmente dispuesta la cabecera de la iglesia, presidiendo la Virgen de las Angustias, y situándose el lugar de exaltación ante el altar mayor provisional actual, el banco de autoridades y representaciones fue ocupado por el párroco de Alhama, Víctor Valero; alcaldesa accidental, Mati Molina; hermano mayor de la Hermandad, Celedonio García; el Hijo Predilecto y Medalla de Oro de Alhama, Andrés García Maldonado; el vicepresidente de la Hermandad, Miguel Valderrama, y la exaltadora de esta XVIII edición, Carmen Lina Palacios Márquez.

 En otros lugares de esta cabecera del templo se situaban los miembros de la Junta Directiva de la Hermandad y, tras ellos, señoras ataviadas con mantilla y los responsables de los cinco grupos procesionales. El resto de bancos de la iglesia, realmente numeroso, se encontraban ocupados por personas, ya desde momentos antes de iniciarse el acto.

Celedonio García, Hermano Mayor, abre el acto

 A las nueve en punto de la noche, Celedonio García como presidente-hermano mayor de la Hermandad del Santísimo Cristo Sacramentado y Nuestra Señora de las Angustias, abrió el acto con unas palabras de bienvenida y salutación a todos, poniendo de manifiesto su alegría porque después de dos años, a consciencia de la pandemia, volvía a reanudarse la tradición de las Exaltaciones de nuestra Señora, con la XVIII edición, la que se tenía que haber llevado a cabo en 2020, indicando a continúan que estas exaltaciones se deben a la iniciativa, idea y propuesta del alhameño Hijo Predilecto de la ciudad, Andrés García Maldonado, a quien agradecía su constancia y presencia año tras año y quien por así quererlo todos y ser ya tradicional, lo requería para que efectuase la presentación de la pregonera elegida hace dos años, Carmen Lina Palacios Márquez.

 Andrés García Maldonado, tras unas palabras de salutación a las autoridades eclesiástica y municipal, así como a todas las demás y en especial al Hermano Mayor y Directiva de la Hermandad, tuvo palabras de felicitación tanto para estos últimos “como un alhameño más” por la gran labor realizada en estos últimos años, al igual que destacó la labor de la Escuela de Música, agradeciéndole “como un hermano más de la Hermandad” su gran colaboración y entrega a favor de todos los actos de esta y de Alhama en general, destacando el singular hacer de su director, Rafael Molinero.

 Acto seguido, efectuó la presentación de la Exaltadora de este 2022, con sinceras y emotivas palabras dedicadas a Carmen Lina y, muy especialmente, a su padre, el inolvidable Paco Palacios, y familia. Resaltando las cualidades personales que tiene Carmen Lina y el aprecio que Alhama le tiene. Más adelante se recogen las palabras pronunciadas por Andrés.

 Carmen Lina, con gran sentimiento y fervor, pronunció una Exaltación a Nuestra Señora, en especial a la misma Virgen María y en concreto a la Patrona de Alhama, la Virgen de las Angustias, que llegó a los corazones y sentimientos de los muchos asistentes, estando muy presentes en su proclamar sus padres y familia, agradando todo ello, toda su intervención a los numerosos asistentes. Como se observó en los reiterados y calurosos aplausos a la hora de que el hermano mayor le diese las gracias a todos los intervinientes, tanto a Carmen Lina, a la que se le entregó la tradicional placa y un ramo de flores, a Andrés García Maldonado y a Rafael Molinero a quienes se les agradeció, como a todos los componentes de la Banda de Música su gran colaboración.

 En concreto la banda interpretó cuatro piezas que fueron del total agrado de los asistentes y haciéndolo de una forma magistral, tan solo superadas en emoción cuando la misma banda interpretó el “Himno a la Virgen” siendo cantado por todos con verdadero fervor y un de una forma realmente singular. A continuación, incorporamos también La Exaltación pronunciada por Carmen Lina que, en todo momento, supo ser a la par agradecida y una singular fervorosa de la Virgen en su advocación de las Angustias desde su niñez.

 
PALABRAS DE ANDRÉS GARCÍA MALDONADO



 Referidas en concreto a Carmen Lina, como presentación de la misma como Exaltadora de Nuestra Señora, Andrés García Maldonado pronunció las siguientes palabras:

 “Los alhameños, a lo largo de varios siglos, sobre todo desde el XVI al XIX, como aún hoy día en tantos casos, acuden a su profunda devoción mariana cuando surgen graves situaciones, como pueden ser epidemias o sequías, terremotos o catástrofes.

 El alhameño, desde que llegó aquí el cristianismo, hace ahora 540 años, ha tenido un gran fervor hacia Nuestra Señora en su diversidad de Advocaciones y, en especial, en la de la Angustias.

 Hoy, esta noche, tras dos años de pandemia volvemos a su Exaltación acercándonos ya a sus veinte años de existencia, con esta decimoctava edición que correspondía al año 2020 y que ya nuestra Hermandad, por unanimidad, había elegido a la persona que la iba a pronunciar: una excepcional persona, alhameña por los cuatro costados y mariana de Nuestra Señora en las Angustias, por nacimiento, sentimiento y vocación espiritual, Carmelina, Carmen Lina Palacios Márquez, relacionada con esta advocación y Hermandad desde su misma cuna y durante todo su existencia, pues la gran familia en la que vino a la vida, ha sido siempre y es de las más cercanas y vinculadas con todo cuanto tiene que ver con la Excelsa Patrona de Alhama.
Sí, desde siempre, de abuelos a nietos, como algo consustancial, propio al ser familiar.

 Tuvo y tiene inigualables ejemplos, sus padres. Paco, Paco Palacios, de grato e inolvidable recuerdo, es una de las personas que en toda la historia de esta Hermandad mayor entrega y esfuerzo ha dedicado durante muchísimos años, él mismo que, con Pepe Raya como Hermano Mayor y Manolo Castillo como hombre que siempre buscó lo mejor para todos, aceptaron e impulsaron la propuesta de estas Exaltaciones anuales, para que el viernes anterior al gran viernes alhameño, el de Dolores, el de Nuestra Señora de las Angustias, se llevasen a cabo.

 Paco Palacios que, siete meses antes de partir para la Eternidad, aquél 4 de abril de 2014, aceptó esta noble misión de exaltar a su Virgen de las Angustias, en la que su hija Carmenlina, con un inconmensurable cariño aportó el afecto que le profesaba desde su más tierna infancia, emocionándonos profundamente a todos.



 Lógicamente, estimada Carmenlina, revives todo aquel momento que se quedó grabado en tú corazón, como en de todos los tuyos, a sangre y sentimiento, y a la par, con la fe y amor al prójimo que te caracteriza, te vas a dirigir en nombre de todos nosotros, tanto de los que estamos aquí, así como de los muchos, muchísimos, que no han podido venir, tanto vivos como los que ya tomaron el camino de la Otra Orilla y desde ese gran ventanal de la Gloria, también se van a conmover con tus palabras.

 En nuestra Alhama, tienes el cariñó, el respeto y la consideración de todos. Por sus hechos se conocen las personas y los tuyos hablan de una vida plena siempre dispuesta, desde niña, a llevar a cabo, a participar, a colaborar en cuanto sea digno y bueno para todos, sin distinciones ni clases de orden alguno, lo que te viene de familia, de excelente familia, que entre otras muchas cosas ha amado y defendido las buenas tradiciones alhameñas, haciéndolo con alta generosidad.

 Como me comentaba esa buena y entrañable persona y amigo que es Luis Hinojosa, su entrega y participación en todo ha sido siempre decidida y clara, en cuanto se ha ido desarrollando desde hace ya tantos años: actuaciones de solidaridad para los más necesitados, Manos Unidas y su enorme trayectoria y labor, a la par que en esencias de Alhama como sus Carnavales, actividades de diverso tipo, como la Agrupación Musical y Coral “Ciudad de Alhama”, la misma Tuna de la Agrupación, de la que fue su madrina por unanimidad, expresándole así todos sus compañeros su afecto, y todo este continuo hacer, sin buscar ni esperar nada para ella o los tuyos.

 En definitiva, Carmenlina, una gran alhameña, hermana de esta hermandad como toda su familia desde siempre y exaltadora en este año de 2022 de Nuestra Señora portando un sentimiento que nació en los suyos hace muchas décadas y que seguirá manteniéndose en todos, como lo estuvo y está en los abuelos de la familia Paco y Elisa, a la que enviamos nuestro recuerdo y respeto más cariñoso; y que está en tu hermana Juana, la que ha bebido y siente desde las mismas singulares fuentes, y que va siguiendo en tus hijas, Lina e Isabel, como en tus sobrinos Javier y Carmen, en los demás familiares y , sobre todo, ha de seguir en tu nieto Rafa al que adoras y que con sus ocho meses vive su primera Semana Santa.

 Señoras, señores, con ustedes para pronunciar la XVIII Exaltación a Nuestra Señora, una persona y alhameña querida, apreciada por méritos propios por todos, Carmen Lina Palacios Márquez.

Muchas gracias.”

 

 
XVIII Exaltación de Nuestra Señora pronunciada
por Carmen Lina Palacios Márquez



Exaltación a Nuestra Señora La Virgen de Las Angustias

 “Este libro que tienes entre las manos, no es como los demás, de cuentos y leyendas que nunca sucedieron.
Estas páginas encierran la historia más sublime y más bella que criatura humana pudo soñar.

 Es la historia de María, la Madre de Jesús, tu Madre.

 Fue una niña como las demás, pero su alma de luz y alegría enamoró a la Trinidad Santísima. No obró milagros, ni predicó en las Sinagogas de su tierra judía. Hizo algo mucho más importante: vivió su ofrenda en una total entrega a la voluntad de Dios.
Y desde una mañana de primavera, cuando las rosas nazarenas despertaban al sol tímido de una aurora virginal, pudo llamarle a Dios, Hijo.

 Así comenzaba el libro que de niña me contaba “La Historia de La Virgen María”.

 Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora de Las Angustias cura Párroco, primera teniente alcalde, Andrés García Maldonado, familia y amigos todos aquí presentes.

 Antes de continuar quiero agradecer a la Junta de Gobierno de La Hermandad por confiar en mí y otorgarme el privilegio de pronunciar la décimo octava Exaltación a Nuestra Señora La Virgen de Las Angustias.

 A Andrés García Maldonado, las sentidas palabras en la presentación, palabras que con seguridad son fruto de la amistad y del cariño, más que de los escasos méritos que puedan avalarme para ocupar este atril.

 A la Escuela de Música, por acudir siempre a esta cita con Nuestra Madre.

 Y a alhama.com por su labor de información y difusión de la Exaltación a Nuestra Señora La Virgen de Las Angustias.

 Asimismo, quiero tener un cariñoso recuerdo para dos mujeres muy queridas por mí y que ya no están entre nosotros, pero su recuerdo me acompañará siempre: Sor Clara, una mujer valiente y comprometida, de la que tanto aprendimos y tan buenos consejos nos dio. Y mi prima Mercedes, nuestra Merches, alegre, fuerte, trabajadora, luchadora… ¡inolvidable!

 Vaya por ellas y por todos los seres queridos que ya no están entre nosotros nuestra oración.



 Cuando a primeros de año del 2020 me llamó el Hermano Mayor para brindarme la oportunidad de Pronunciar la Exaltación a Nuestra Señora La Virgen de Las Angustias, me quedé como dice mi sobrina “cortocircuitada”. Era tan grande la tarea encomendada, que tuve que pedirle tiempo para meditar y reflexionar, antes de dar una contestación.

 Mi atrevimiento pudo más que mis miedos, la osadía más que la prudencia y el corazón más que la razón y es por eso que acepté y por eso, con una evidente carencia de conocimientos, pero con mucha humildad y mucho respeto, hoy estoy aquí.

 Esta Exaltación se tenía que haber celebrado el 27 de marzo de 2020, pero el 14 de marzo el gobierno decreta el estado de alarma para hacer frente a la expansión del Covid-19 y afrontar la situación de emergencia sanitaria.

 Se tomaban medidas de restricción a la movilidad de las personas y a la actividad económica, salvo en casos de fuerza mayor y servicios esenciales. La circulación se limitaba a actividades de primera necesidad.

 El virus atravesaba fronteras ajeno a cualquier idea de límite territorial y ponía de manifiesto la gran vulnerabilidad del ser humano.

 Nos impuso un aislamiento casi total, una nueva manera de vivir y de convivir, teniendo que cambiar formas y costumbres de relacionarnos unos con otros.

 Esta pandemia dura ya más de dos años, años largos y complicados, dolorosos, llenos de incertidumbre. La enfermedad nos ha azotado muy duro, afectando tanto a grandes, como a pequeños y sobre todo cebándose con los más vulnerables.

 Muchas personas fuimos las que enfermamos, muchas las que aún sufren secuelas y muchas, demasiadas las que perdieron la vida.

 Hoy, que parece que lo vamos superando, doy gracias a Nuestra Madre por poder estar aquí otra vez y le pido, que poquito a poco podamos recuperar nuestra vida como era antes y poder darnos ese abrazo que tanto nos conforta.

 Que la humanidad no olvide y que la gran prueba que hemos vivido nos haya hecho anhelar una nueva cercanía entre nosotros.

 Y quiero dar las gracias a Víctor y a todos los que le ayudaron, por llevar aquel Viernes de Dolores, aquella Semana Santa, aquellas misas de confinamiento, a nuestras casas. Gracias por llevarnos La Palabra de Dios, donde cada uno de nosotros nos encontrábamos.



 Volviendo a principios del año 2020, antes del comienzo de la pandemia, quiero recordar el último acontecimiento dedicado a Nuestra Madre, la imposición de la Medalla de Oro de la ciudad de Alhama, al cumplirse el 80 aniversario de su llegada a nuestro pueblo. Aquella llegada, en aquel día lluvioso, que con tanto cariño nos relató mi padre en una tarde como la de hoy. Recuerdos de cuando solo era un niño, pero vivos y presentes en toda su vida.

 Y agradecer a las autoridades, tan precioso gesto para con Nuestra Madre, a la Hermandad, su trabajo y esmero para que todo salga a la perfección y a nuestro párroco, por oficiar tan solemne Eucaristía.

 Felicidades a Nuestra Virgen y a todos los que lo hicisteis posible.

 Y no puedo seguir adelante, sin antes hacer un llamamiento a los gobernantes de todo el mundo. Llamamiento a la sensatez, la cordura, el sentido común, la lucha por la Paz. Una lucha basada en el diálogo, la educación, la justicia, la igualdad, la solidaridad. En la distinción del bien y del mal, en el respeto de los derechos humanos, de la libertad.

 En invertir los recursos en combatir el hambre y la pobreza, en crear empleo, en fomentar la educación, la sanidad, la cultura….

 Las guerras son crueles e injustificadas, solo siembran muerte, destrucción y miseria. Las guerras no son más que el fracaso de la política y de la humanidad.

 En una guerra no hay ni vencedores, ni vencidos, solo hay Víctimas.

 Y a vosotros, a toda la comunidad cristiana, os pido que recemos mucho por todas estas Víctimas, por todos nuestros hermanos que están sufriendo y padeciendo el horror de una guerra. Que recemos por el fin de los ataques en Ucrania, por el fin de cualquier conflicto bélico.

 Y que trabajemos juntos para construir un mundo mejor, lleno de esperanza para las generaciones futuras. Que los errores cometidos nos sirvan para construir un mundo más justo, cuidando unos de otros.

 Que no olvidemos que Dios está con los que buscan la Paz, no con los que recurren a la violencia.



 Aprendí a querer a la Virgen al lado de mis padres, de mi hermana, mis abuelas, mi tita Lina, mi tita Angustias…. Pues he tenido la suerte de nacer y crecer en una familia humilde, trabajadora, creyente…. Y recibir una educación con valores y principios fundamentados en la humildad, la honradez y la Fe en Cristo. Valores y principios que he tratado de enseñar e inculcar a mis hijas, que son el regalo más preciado con el que Dios me ha premiado y ahora ese regalo bendecido con el nacimiento de mi nieto.

 Mi madre me enseñó a rezar y en mi padre muy pronto descubrí su devoción hacia Nuestra Madre. Luego vinieron las catequesis, las clases de religión, las misas de los domingos, las visitas a las monjas del S. Diego los domingos por la tarde, el mes de mayo, ir a las flores y rezar el Rosario con las monjas.

 Cuando llegaba el Viernes de Dolores, ¡qué día tan esperado! Ese día aun teníamos colegio por la mañana, pero nos daban las vacaciones y por la tarde ¡La Procesión de La Virgen! Que recuerdos más bonitos de aquellas primeras procesiones que yo viví. Yo era muy, muy pequeña y sin comprender, ya sabía que la Procesión era algo muy grande. Mi padre, que siempre estaba trabajando porque el negocio no se cerraba ningún día de la semana, aquella tarde se arreglaba, se ponía su traje y se iba a la procesión. Y eso tenía que ser por algo muy especial. Mi hermana, mi madre y yo la veíamos pasar desde el balcón y a mí me hacía tan feliz ver a La Virgen tan cerquita de mí y a mi padre allí abajo, a su lado, alumbrándola con el farol.

 Por eso desde entonces siempre he llevado a La Virgen dentro de mi corazón y he tratado de vivir conforme a la educación que recibí. Lo que no quiere decir que siempre lo haya conseguido, he tenido fallos, debilidades, flaquezas…. por los cuales he pedido y pido perdón.

 La vida me ha puesto (como a cualquier persona) situaciones de todos los colores, unas en las que todo ha sido bueno y he sido muy feliz, otras más dolorosas, en las que la vida se mostraba difícil, complicada, cuesta arriba…., pero tanto por unas como por otras, cada día que me levanto doy gracias a Dios, en las buenas por concedérmelas y en las “no” tan buenas, por no dejarme sola. Porque a pesar de las dificultades, los problemas, mis defectos y mis debilidades, siempre encontré su ayuda y su consuelo.

Evangelio de S. Lucas 1, 46-50
 “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, desde ahora todas las generaciones me llamarán Bienaventurada, porque el poderoso ha hecho obras grandes en mí, su Nombre es Santo y su Misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Es la primera parte del “Magníficat” la oración que el evangelista S. Lucas pone en boca de la Santísima Virgen María. Es una alabanza de María a Dios por la elección que hizo de ella y donde nos adelanta o profetiza su Exaltación a lo largo de los siglos:
“… desde ahora todas las generaciones me llamarán Bienaventurada”

 Los Alhameños veneramos a La Virgen en su advocación a Nuestra Señora de Las Angustias, en esta preciosa imagen que nos preside.

 Representa quizá, uno de los momentos más duros y dolorosos de La Virgen. Acaban de desprender a Cristo de la Cruz y María recoge en su regazo a su hijo muerto, siendo quizás la última vez que lo tenga en sus brazos. Sus manos, manos virginales, lirios hechos carne Inmaculada, sujetan su cuerpo y sus ojos lo contemplan con dolor y dulzura a la vez. Y es ese rostro de La Virgen contemplando a su hijo, con una tristeza infinita, pero también con una infinita serenidad, el que nos atrapa, el que nos envuelve a todos los Alhameños y devotos suyos. El que nos da confianza, valor y consuelo. El que nos protege, nos cuida, nos perdona…

 Los Alhameños acudimos a Ella ante la adversidad, imploramos su socorro perpetuo, nos cobijamos en Ella frente al peligro y Ella, Nuestra Madre infinita, nos acurruca y acaricia llena de dulzura, dándonos la protección de sus ojos profundos, teñidos de misericordia sin fin.

 Sin duda, unos ojos, una mirada distinta a otras advocaciones, como La Inmaculada, La Virgen del Carmen o como cuando por primera vez contempló a su hijo, cuando después de nacer lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Y es que, desde ese momento, con adoración y asombro lo contemplaría y su mirada no se apartaría jamás de Él.

 Volviendo a este rostro que contemplamos y veneramos, a esta mirada serena, no es extraño preguntarnos, como ante tanto dolor puede haber serenidad. Y la respuesta está en que María acata y conoce que los caminos de Dios son inescrutables.

 Que grande en esos momentos, es la obediencia y la Fe demostrada por María ante los insondables designios de Dios.



La misma Fe que tuvo en el momento de la Anunciación, cuando el ángel Gabriel le dijo:
 “Salve llena de Gracia, el Señor está contigo. No temas María porque has hallado Gracia delante de Dios. Vas a concebir en el seno y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús.
Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre. Reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”.
Y Ella contestó:
“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”
Pero ahora, al pie de la cruz, su hijo ha agonizado sobre aquel madero como un condenado.
¿Dónde están aquellas palabras de grandeza que el ángel le anunció?
¿No se sentía María defraudada por Dios?

 No, María es fuerte, su Fe es grande y en el dolor más profundo, su Fe persiste y confía plenamente en la Palabra de Dios. Fe que para ella fue camino hacia la Maternidad Divina y esta Bendición alcanza su pleno significado, cuando María está junto a la Cruz de su Hijo.

 ¡María, Madre! Tú fuiste ejemplo de fortaleza, obediencia y de Fe. Danos a nosotros, tus hijos, un poquito de tu fortaleza, un granito de tu Fe, para poder afrontar el dolor que a cada uno nos llega en algún momento y no alcanzamos, ni a comprender, ni a encontrar un porqué.

 Enséñanos a vivir con esa cruz que a cada uno de nosotros nos ha tocado llevar, esa cruz pequeña, comparada con la que llevó tu Hijo, pero para nosotros tremendamente pesada: Una enfermedad, la pérdida de un ser querido, la falta de trabajo, la falta de vivienda, esa puerta que se cierra y somos incapaces de ver que hay una ventana, eso que pedimos día a día y no llega…. ¡Madre! consuela nuestro corazón, llénalo de esperanza, mitiga nuestras penas, que nuestra Fe aumente y no decaiga nunca.

 María es la mujer que supo vivir sin pecado, supo estar siempre al lado de Jesús. No ocupó un lugar que no debiera, supo estar siempre allí donde podía servir a Dios. Ella es ejemplo de sabiduría, de esperanza, es madre y es mujer, que con su vida logró unir a todos con su cariño y amor sincero.

 María es entrega y en su corazón guarda mil historias, alegrías e incluso miedos. Aunque en su interior anidase la preocupación, nunca lo exteriorizó y en esos momentos de mayor dolor, solo cabía en su alma el sufrimiento que ve en su Hijo. No pide nada para ella, piensa que el sufrimiento de su Hijo es injusto e innecesario, pero calla, mira a su Hijo y hace suyo su calvario.

 Quisiera borrarle con sus lágrimas el sufrimiento que ve y por eso lo acompaña en todo momento, por si en algo puede, ser su sostén, ser su consuelo, poder mitigar su dolor.



Ya en la cruz, Cristo ha vuelto la cabeza dolorida y mira a María, una mirada divinamente triste que desgarra el corazón de la Madre:
- Mujer, he ahí a tu hijo
Y es a Juan, el discípulo amado, a quien se dirigen los ojos vidriados del redentor agonizante:
- He ahí a tu Madre.
En un gesto de donación total, Cristo nos deja una última y suprema esperanza: Su Madre. Y desde ese momento solemne, será también nuestra Madre. Desde ese momento, Dios y los hombres tenemos la misma Madre.
En una homilía el Papa Francisco dijo:
“En el Gólgota no retrocedió ante el dolor, sino que permaneció ante la Cruz de Jesús y por su voluntad se convirtió en Madre de la Iglesia. A lo largo de la vida, María ha realizado lo que se pide a la Iglesia: hacer memoria perenne de Cristo.

 En su Fe, vemos como abrir la puerta de nuestro corazón para obedecer a Dios. En su abnegación, descubrimos cuánto debemos estar atentos a las necesidades de los demás. En sus lágrimas, encontramos la fuerza para consolar a cuantos sufren. En cada uno de estos momentos, María expresa la riqueza de la Misericordia Divina, que va al encuentro de cada una de las necesidades cotidianas”

 El viernes próximo ya es Viernes de Dolores. Esa tarde, los hombres de trono te sacarán de este templo sobre los hombros para recorrer las calles de nuestro pueblo.

 Ese día hermanos y no hermanos de la Hermandad, alhameños o foráneos, pero todos hijos y devotos tuyos, vendrán a acompañarte. Y otros muchos, a kilómetros de distancia, con la tristeza de no poder estar aquí, pero con la alegría de saber que Tú los cuidas allí donde se encuentren, te acompañarán con el corazón. Y todos ellos, todos nosotros, elevaremos hacia Ti una oración.

 Escucha Madre nuestras oraciones e intercede ante tu Hijo en nuestras peticiones. Que tu mirada nunca deje de mirarnos. Tu ternura sea bálsamo para nuestro dolor. Que tu Fe aumente nuestra Fe. Que tu manto nos cubra y nos proteja.

Y, para terminar, quiero hacerlo con el final de ese libro, que, de niña, no sé cuántas veces leí, “La Historia de La Virgen María”, un libro para niños…



Para ese niño que todos llevamos dentro:
 “Nuestras páginas se acaban… la historia sublime y bella de María, la virgencita nazarena que llegó a Madre de Dios, ha terminado. Ella está gozando en los cielos, pero sigue siendo Madre.
Para María los hombres de aquí abajo, somos un poco de Jesús, el Hijo, sus hijos. Sobre todo, los niños como tú, de mirada transparente y corazón generoso.
Ámala mucho. Siempre. Como algo entrañablemente tuyo y con ese caudal de ternura encendida y cariño filial, que hay en tu alma infantil.
¡Dios te salve, María
Llena eres de Gracia,
¡El Señor es contigo…!”

¡Buenas Noches!
“Que Dios os bendiga y La Virgen os proteja con su manto”

Alhama; 1 de abril de 2022
Carmen Lina Palacios Márquez