Aquella noche de la batalla “Tenebrosa”, como se denominó a la de la pérdida de Alhama, él se encontraba fuera, con permiso real, en las bodas de su hermana. Hubo de sufrir por la pérdida de toda su familia y de la plaza, de la que era su alcaide. Muley Hacén consideró que no había sabido guardar bien tan preciada ciudad-fortaleza, por lo que mandó cortarle la cabeza. Este fue el triste sino del último alcaide moro alhameño.